Eball pagès ha despertado del letargo en el que se encontraba sumido en los años 80 y recobra, hoy en día, toda la fuerza y la tradición que envolvió durante años a la mejor muestra del folklore pitiuso. La música, la danza y la indumentaria de esta cultura popular está ligada a una sociedad rural y campesina cuyos orígenes son difíciles de delimitar.

Irene Luján

«Hasta los años 70 y 80 esta danza estaba mal vista porque se relacionaba con las clases más bajas y el que sabía bailar era porque lo había aprendido de padres o abuelos, pero hoy en día esto cambia; es más que una tradición, una escuela», explica Toni Sandic, presidente de la Federación de Collas de ball pagès de Eivissa y presidente de la Colla Es Broll.

En este sentido, muchas son las colles que han surgido y han visto como incrementaba año tras año el número de personas interesadas en esta danza. «Cada vez son más los padres interesados en que los hijos lo aprendan», asegura el presidente de collas. Por su parte, Carmen Tur, presidenta de la colla de Sa Bodega añade: «Es muy bonito ver niños de cinco años que incluso aprenden a tocar los instrumentos. Además, ahora ya tenemos libros documentados que recogen la música de este baile».

Actualmente, Eivissa cuenta ya con 18 colles de ball pagès más las tres que existen en Formentera. Ellas son las encargadas de mantener, fomentar y exportar una parte de las Pitiüses. «El baile ha cambiado mucho de sus orígenes porque antes no había documentación escrita, pero cuanto mayor sea el conocimiento más fácil será conservarlo», asegura Carmen Tur, que añade: «Estos bailes se deben de seguir manteniendo pues son una gran atracción para el turismo».

No obstante, y a pesar del paso del tiempo, las normas generales de la danza se mantienen aún vigentes, de ahí que el hombre y la mujer interpreten, como en la antigüedad, unos roles claramente identificados. Ella, sumisa, con la mirada fija en el suelo y los brazos pegados al cuerpo, muestra sus joyas al hombre al tiempo que realiza pasos cortos y rápidos. Él, por su parte, trata de mostrar su fuerza y hombría realizando grandes saltos con los que intenta ganar el favor de la mujer.