La pasión por los animales salvajes ha llevado a Raimon a recorrer centros de recuperación, zoológicos y reservas naturales de países como Àfrica, Kenia, Tanzania y India en busca no sólo de las mejores instantáneas de las especies que en ellos habitan, sino de un contacto directo con las mismas. Una afición que, según asegura, esta movida únicamente por el amor y el respeto que tiene hacia el mundo animal. «Observar estos animales es impresionante, acercarse a ellos es magia pero llegar a poder tocarlos es llegar al súmmum», asegura Raimon.

Don, milagrosa comunicación pero, sobre todo, una búsqueda de sensaciones que le ha llevado a compaginar su trabajo como administrativo en el hospital Can Misses con el adiestramiento de animales salvajes para películas, anuncios y documentales, así como la realización de conferencias sobre sus arriesgadas vivencias personales. En este sentido, ha participado en el adiestramiento de los gallos de pelea de la película española 'Camarón' así como en la producción americana 'Aracno 2' donde ha trabajado con tarántulas tan peligrosas que no habían sido utilizadas anteriormente en ninguna producción cinematográfica. Además de ello, Raimon posee a título personal una colección de 52 tarántulas altamente venenosas, varios reptiles y dos boas constrictor.

Sin embargo, y a pesar del evidente riesgo que conlleva la manipulación y contacto con estas especies, catalogadas como potencialmente peligrosas, este administrativo asegura no haber tenido ningún percance importante con sus salvajes amigos salvo, paradoja, con un perrito de las praderas. «Tan sólo una vez tuve un problema y fue con un perrito de las praderas porque anteriormente había manipulado una serpiente y me vio como un depredador» y añade: «Con los animales hay que tener mucho cuidado con los olores». Por otra parte, sorprende aún más si cabe que este aventurero no conoce a todos los animales con los que entra en contacto: «Sólo conozco el cinco por ciento de aquellos con los que trabajo», lo que le obliga a estar en relación directa con los propietarios de las fieras. Y es que este amante de los animales asegura que se puede adiestrar a una fiera pero que nunca se llega a controlar totalmente su comportamiento. «Se puede educar el instinto de un animal salvaje pero nunca se llega a domesticar, por lo que hay que tener mucho cuidado en cada contacto» y añade: «No hay que fiarse de la plácida apariencia de estos animales, aunque estén en reposo porque son de una agresividad innata».

Irene Luján