Las prácticas del seitai se basan en los movimientos involuntarios del cuerpo. Fotos: IRENE G. RUIZ

La palabra seitai quiere decir, literalmente, en japonés coordinación, esto es, una puesta a punto del equilibrio psicofísico. Todas las prácticas de seitai están basadas en dos ideas: por un lado, la concepción de la unidad absoluta entre cuerpo y espíritu, y por el otro, el estado del espíritu del no hacer, de la no voluntad y de lo no mental. En este sentido hay dos partes básicas en el seitai: el movimiento corporal involuntario e inconsciente (conocido como katsugen-undo y que quiere decir movimiento en el origen de la vida) y la relación energética entre los seres vivos . En este sentido, el seitai es un modo de ver la vida pues el principal objetivo del mismo no es sanar dolencias sino profundizar en la vivencias de las personas, tomar confianza en la fuerza instintiva que hay detrás de todos los aspectos de la vida.

Durante toda esta semana se ha realizado un curso intensivo de seitai en Jesús. El encargado de impartir las clases ha sido Jean Benayoun, quien asegura: «Es una actividad cultural, filosófica, corporal que tiene ciertas semejanzas con el yoga pero, al mismo tiempo no tiene nada que ver». Y añade: «Se trata de una gimnasia involuntaria, espontánea que se genera por movimientos inconscientes de nuestro cuerpo como puede ser un bostezo, un picor o un estornudo. Con estos movimientos se persigue el desarrollo máximo del potencial humano partiendo de un trabajo corporal». Los beneficios del seitai van desde un mejor sueño hasta una óptima coordinación entre pensar y actuar. María José Real