El verano de 2006 está siendo para los concesionarios de instalaciones temporales en la playas de Formentera, tanto de hamacas, sombrillas y otros elementos, pero en especial los de kioscos, un año nefasto. El exceso de celo, para algunos, de la Demarcación de Costas de Balears, que ha recortado hasta límites insospechados el espacio disponible, ha hecho eliminar mesas, sillas y espacio de sombra, está arruinando sus negocios y ha levantado tantas protestas entre los usuarios que ya se han tomado diversas iniciativas, la primera es la de recoger firmas de los usuarios, que denuncian un servicio tercermundista en una isla que se promociona como el último paraíso del Mediterráneo.

Bartolo Escandell es el representante de los concesionarios de instalaciones temporales de playa en Formentera. Desde hace dos décadas está al frente de un kiosco justo en el extremo este de la playa de Migjorn, de un azul sugerente cuyo nombre oficial es Cabana pero que todo el mundo conoce como el chiringo de Bartolo. En su kiosco hay ahora dos mesas con una capacidad máxima para ocho personas en conjunto y lamenta que le hayan prohibido los pocos metros más, apenas una docena en el que metía dos o tres mesas y una docena de clientes.

Gran parte del encanto de las playas de Formentera está en los kioscos que, no en gran número, y eso es obvio, permiten que los visitantes que van a playas tranquilas y no urbanizadas puedan refrescarse, tomar un aperitivo, hasta hace poco incluso comer una ensalada o una hamburguesa y, sobre todo, protegerse del sol canicular. Pero hasta este hecho diferencial, con el encanto añadido de su perseverancia en el tiempo, su apariencia vetusta pero amigable, asentada en el tiempo, parece irse al traste ya que los kioscos llevan, desde hace un par de años el mal fario de la persecución de Costas. Una persecución legal en strictu sensu pero imperdonable en cuanto a la voluntad y las formas, según denuncian los afectados.

Después de años y años, aproximadamente desde el 90 cuando se decidió que las concesiones tendrían 20 metros cuadrados, el chiringuito en sí ocupaba más de la mitad sino la totalidad de esa superficie y las terrazas, sombrajos o toldos duplicaban el espacio para atender a la demanda. No obstante y desde hace un par de años, Costas ha ido extremando celo y vigilancia, imponiendo cantidad de denuncias, impidiendo que se hiciera comida en los kioscos, alegando cuestiones higiénicas como la falta de agua y electricidad, para acabar este año con un férreo marcaje levantando sanciones, obligando a quitar mesas y sombras y dejar los kioscos en cuadro.

Para algunos es una maniobra desde la propia Demarcación de cara al 2007 cuando en teoría permitirá kioscos más amplios y cuyas concesiones también han de ser licitadas de nuevo. Lo que no está claro, a decir de muchos kiosqueros es por qué los establecimientos de playa en Illetes y Llevant pueden tener generadores y fosas sépticas para instalar lavabos y a los restantes se lo prohiben. Ahí está el caballo de batalla que se arrastra desde hace años, el distinto rasero en que se miden a unos y otros. Todos los concesionarios quieren tener por servicios unos wc químicos, fosas sépticas o lo que sea en lugar de la sabina que está detrás del kiosco, todos quieren agua para lavar platos y vasos, sombrajos y mesas y poder ofrecer un mínimo de comidas rápidas pero eso sólo pueden hacerlo establecimientos consolidados como edificios a pocos metros de ellos.