Existen diversas fórmulas para intentar sobrellevar mejor los calurosos días del verano: ir a la playa, tomar helados o, por ejemplo, hacer pequeños viajes en barco. Para llevar a cabo esta última opción, turistas y residentes disponen de infinidad de excursiones a muchos puntos de la isla. Una de ellas es la ruta que realiza el barco «glass bottom boat Moby Dick» todos los días por la mañana (a las 10,11 y 12), y por la tarde (a las 14, 15 y 16) desde el pequeño pueblo de es Canar hasta cala Mastella, lugar donde da la vuelta para regresar al embarcadero de salida.

Como ayer hacía mucho calor, decidimos darnos una vuelta en el Moby Dick. Dispuestas a pasar una agradable mañana navegando por la costa llegamos al embarcadero, hablamos con Juan, el simpático empresario que dirige las excursiones, y nos subimos en el barco del mediodía. Con unos 30 turistas más, mayoritariamente ingleses, emprendemos la excursión.

Tras unos minutos en el mar, el ritmo se va ralentizando porque nos estamos acercando a la primera visita de la mañana: las inmediaciones del islote de es Canar. Después de una breve parada continuamos con la travesía hacia la playa de cala Nova, donde podemos observar la belleza de la costa. Pasamos cala Llenya y poco después llegamos a la costa de cala Azul. Vicente, el capitán del barco, nos cuenta que en 1977 un barco de carga danés chocó contra las rocas de esa parte de la costa y se hundió. Según dicen, el cargamento que llevaba eran coca-colas y también, según cuentan, el accidente se produjo por un error humano, pero hay otras personas que señalan el mal tiempo como la principal causa del siniestro. Afortunadamente, no hubo que lamentar la muerte de ningún tripulante. Los ojos de los turistas buscan de manera ansiosa a través de los cristales algún resto del barco hundido. Algunos comentan que no se ve nada mientras otros aseguran que sí se distinguen trozos de la embarcación hundida.

María José Real