Las reuniones alrededor de la hoguera son una tradición, también plasmadas en el 'Costumari Catalá'.

Los más supersticiosos celebrarán hoy la Nit de Sant Joan reunidos en torno a una hoguera o dándose un baño, a medianoche, en el mar. Porque desde tiempos muy antiguos las Pitiüses se han caracterizado por las quemadas de foguerons y por alimentar y mantener esta tradición que continúa su curso por generaciones, y lo hace llena de rituales y simbología.

Según Ana Colomar, bibliotecaria de Can Ventosa, ya en el siglo XV se anunciaba esta festividad: «En el año 1299 se crea la Universitat. Tenemos constancia que las primeras fiestas pagadas por la Universitat fueron la de Sant Joan y la de Corpus Christi, aunque también sabemos que las civilizaciones antiguas la celebraban».

En la actualidad, los fuguerons son en algunos casos reemplazados por fallas, aunque las creencias continúan danzando alrededor de la hoguera. En el libro 'Antropologia d'Eivissa i Formentera', Marià Torres Torres asegura que los foguerons «se deben entender como una voluntad de alargar el día más largo del año, para todos los días de la vida, con una idea clara de protegerse de las adversidades».

Según Colomar, en Eivissa, en casi todas las casas payesas, se organizaban nueve fuegos con una distancia entre ellos para que pudieran ser saltados por grandes y pequeños, al mismo tiempo que se cantaban glosas y disparaban trabucos: «Después se juntaban en una hoguera y se quedaban toda la noche».

A la purificación, a la protección contra los malos espíritus y las brujas que, se creía, salían en la Nit de Sant Joan, se sumaban creencias sobre la fertilidad para las parejas jóvenes que saltaban la hoguera. Ellas, las muchachas, también tenían sus prácticas para esta noche mágica, que les permitiría averiguar su futuro amoroso, lavándose la cara en un barreño de agua la mañana de Sant Joan y tirándola en un cruce de cuatro caminos. De esta forma su futuro marido se llamaría como el primer hombre que pasara por allí.

La tradición continúa también en la gastronomía, porque los macarrons de Sant Joan no sólo se comen en familia sino que también está en la carta de algunos restaurantes de la isla, como es el caso de Can Alfredo.

El Fameliàr es otra de las leyendas. Se cuenta que se hallaba en una hierba que sólo nace esta noche y que se le podía recluir bajo el puente de Santa Eulària , en una botella negra, con una misteriosa oración. Y al dejarlo en libertad tomaba la forma de un enano horrible que brincaba y gritaba exigiendo «Feina o Menjar», es decir, comer o trabajar, porque, para él, la cuestión era hacer algo. La noche más corta del año ha dado lugar a tantas leyendas, mitos y tradiciones que, hoy, en muchas casas de la isla, volverán a renacer en relatos y festejos. L.A.