Aprender a utilizar de forma correcta el dinero para poder valerse por sí mismos y adquirir hábitos de limpieza y de orden son algunas de las cosas que enseña Pol Alcaide a los chicos de la Asociación de Personas con Necesidades Especiales (APNEEF). Son niños con patologías muy variadas. Los hay que tienen diferentes tipos de autismo, síndrome de down, hemiplejias y tetraplejias o discapacidades menos conocidas, como el síndrome de Rubinstein-Taiby. Todos ellos comparten aula y realizan progresos en este taller, que ha comenzado este año. «Mira, yo te vendo estas gafas por 7,50 euros. Y tú, para pagarme, me das 10 euros, ¿cuánto te tengo que devolver?». Esta es una de las preguntas que formula Alcaide a sus alumnos que, poco a poco, van aprendiendo a hacer cuentas con el dinero. «También salimos a la calle y vamos a diferentes comercios para que practiquen con las monedas y los billetes», explica Alcaide, que añade que entre las enseñanzas prácticas que les dan también está la educación vial.

Aunque en realidad, durante las tardes en las que este educador social y músico -toca en los grupos Pota Lait y Saha- imparte su taller hay un poco de todo. Porque los chavales también aprenden a tocar instrumentos. «Se trata de un taller de música en el que experimentan con los diferentes sonidos». Por ejemplo ayer Pol tocó la flauta junto a Alberto y Nia, dos de los chavales que acuden regularmente. Ellos debían tocar las campanitas cada vez que él paraba de soplar. Y la verdad es que esta peculiar orquesta sonó muy bien. «Los chicos hacen muchos progresos. Ahora ya me van conociendo, ya soy una figura familiar en su vida y eso es importante», explica Alcaide, que lleva años trabajando con la estimulación a través de la música. Precisamente para dar continuidad a este taller, este pasado fin de semana se celebró un festival en Can Ventosa para recaudar fondos en el que actuaron Saha, Marcial, Passion Dance y Projecte Mut. «Es importante que la sociedad se conciencie», dice Alcaide, que asegura que en APNEEF necesitan a más voluntarios. Por ejemplo en el taller que imparte todos los martes para los niños de Vila en un aula de la Plataforma Sociosanitaria suelen estar presentes también dos voluntarias, Rosa Hernández y Clara Marí. Ésta última es estudiante de secundaria y asegura que se metió en esto porque probó y le encantó. Ellas ayudan a Pol a realizar también otras actividades como animar a los niños a bailar, moverse, correr o relajarse. Estos talleres también tienen lugar en Santa Eulària y Sant Antoni. C. Roig