José Joaquín Coll se mostraba ayer encantado con el reconocimiento que recibirá hoy en Palma por su labor como observador meteorológico. Foto: GERMÁN G. LAMA

José Joaquín Coll siempre ha sido un apasionado de la meteorología. En su casa nunca ha faltado un termómetro, «de estos de andar por casa» como él mismo define, aunque sus mediciones solían responder a un mero hobby y no quedaban plasmadas en ningún sitio. Hasta que en el año 91 se le ocurrió llamar al Centro Meteorológico de Balears para preguntar si podía colaborar de alguna forma con ellos. Se mostraron encantados, sobre todo al saber que su casa está prácticamente en el centro de la isla, en una zona boscosa cercana a Santa Gertrudis, justo al lado de la riera del Río de Santa Eulària.

«Recibí una casita de madera, una estación meteorológica en la que hay termómetros y un evaporímetro, además de un pluviómetro, que va aparte», explica Coll, que todas las mañanas desde entonces recoge las mediciones y rellena unos cuadernos que, al cabo del mes, envía al Centro Meteorológico de Balears. Ahora, desde este centro, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, premian su labor junto a la de otros colaboradores que ofrecen datos veraces sobre el tiempo en muchos puntos de Balears. «Se les reconoce su trabajo de calidad», apuntó ayer el director del Centro Meteorológico, Agustín Jansà, que recordó que también premian a tres observadores de Mallorca y a uno de Menorca.

No es para menos. Estos colaboradores ofrecen su trabajo de forma desinteresada y cada día, a las 8 de la mañana, tienen que recoger las mediciones. «Sólo cuando hay fenómenos muy poco comunes, por ejemplo si ha llovido mucho, me llaman desde el centro para tener datos actualizados y entonces sí que miro varias veces al día», subraya Coll, que añade que este año ha sido uno de los más lluviosos que recuerda, porque la riera de Santa Eulària lleva dos palmos de agua. «También ha sido bastante frío, ha habido muchos días en los que hemos bajado de cero», explica este observador, que afirma que la zona en la que vive es como un microclima. «En invierno hace siempre menos grados que en Eivissa y en verano más calor, hace dos años llegamos a los 37 grados». C. Roig