Rúa, miércoles de ceniza y entierro de la sardina. El Carnaval
de Eivissa tuvo en el día de ayer su principio, desarrollo y fin
debido a que la lluvia del domingo retrasó la rúa de Carnaval. A
este motivo achacaban ayer los organizadores de la sardinada, la
asociación de vecinos de ses Figueretes, la falta de público en la
fiesta que comenzó en el paseo a las 18,30 horas. Pero aún así, a
medida que avanzaba la tarde, muchos disfrazados aún desde la rúa y
otros sin disfraz pero con ganas de fiesta se acercaron a esta
celebración que anuncia el comienzo de la Cuaresma con la parodia
del entierro de la sardina, un tradicional símbolo de resistencia a
dejar de comer carne por los próximos cuarenta días.
La orquesta Tanit animó el encuentro, cuya guasa del entierro
tomó por sorpresa a la asociación y al Ayuntamiento que
coorganizaban la fiesta. Porque allí no había sardina que enterrar.
«Se habrá ido a comprar tabaco y ya no volvió», bromeaba una
diablilla con ganas de celebrar mientras las viudas lloraban aunque
aún no sabían bien por qué. El presidente de la asociación,
Bartomeu Roig, se decidió a improvisar, ya que no había entierro a
la vista, y consiguió un pequeño ataúd guardado por los miembros de
la asociación de otros miércoles de ceniza y el entierro tuvo lugar
allí mismo, en la playa, frente al paseo. Una vez cumplido el
ritual, los 110 kilos de sardinas comenzaron a dorarse en las
torradas instaladas en el paseo con el fin de saciar el apetito de
los presentes, que desde temprano venían saciando la sed de
celebración con ví pagès.
El frío se olvidaba bailando al ritmo de la rumba que ofrecía la
orquesta y, a medida que las luces del paseo se encendían animando
a la noche a entrar en todo su esplendor, el calor lo traía también
la gente que llegaba para vivir el desenlace del Carnaval ibicenco
más rápido de los últimos tiempos. L.A.
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