En la oficina de turismo del Consell informan a 30 personas a diario. En temporada alta, llegan a las 400.Foto: S. GAITÃN
Qué hace un turista en Eivissa en invierno? Y sobre todo, ¿qué hace ahora, en pleno mes de enero? La pregunta resulta algo difícil de responder si nos paseamos por algunas de las fantasmagóricas zonas turísticas de la isla, aunque evidentemente, atractivos existen, y no pocos. Según explican Rita Hunziker y Cati Serra, que atienden la oficina de información del Consell en el puerto de Eivissa, en los últimos años están notando mucho interés por el senderismo y el cicloturismo. «Suelen ser sobre todo parejas españolas, de entre 30 y 40 años, algunas con hijos, que aprovechan para venir los fines de semana o los puentes», explican las informadoras, que añaden que también hay muchos que vienen atraídos por la gastronomía. «Solemos informarles de los platos típicos que se cocinan en cada época. Por ejemplo durante las fiestas les hemos explicado en qué consiste la salsa de nada o earròs de matances», explica Hunziker, que asegura que incluso algunos se llevan las recetas de estos platos. En general el turista de invierno gasta bastante en la isla, porque «alquilan coche, comen en restaurantes y compran recuerdos, como anillos típicos, cerámica o productos como la sobrasada o los licores de la isla». Lo primero que les sugieren las informadoras es la visita a Dalt Vila, el Puig de Missa o el Museo Etnológico, que ahora mismo está cerrado, pero que suele estar abierto durante todo el año. Otra de las excursiones típicas en estas fechas es la de las cuevas de Ca'n Marçà. Aunque, sin lugar a dudas, una de las grandes bazas del invierno son los almendros en flor de Corona. «Hay gente que viene especialmente, sobre todo alemanes. Hoy ya nos han llamado para preguntarnos por hoteles rurales».
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