Momento en el que el presidente del Consell entrega al de la Casa pitiusa en Catalunya una reproducción de un llaüt.
MARÍA JOSÉ REAL
El reloj de la plaza Universitat de Barcelona marcaba las 19.00
horas cuando pequeños grupos de personas se acercaban al lugar en
cuestión. Albert Oliver, presidente de la Casa d'Eivissa i
Formentera en Catalunya, y numerosos socios de la misma se
encontraban en la plaza esperando la llegada de la colla de Sant
Joan, encargada de realizar la exhibición de ball pagès previsto
para la celebración. A medida que pasaban los minutos la
concentración de gente iba en aumento. Pasada media hora llegaba el
autobús que transportaba a los miembros de la colla, quienes
saludaban a conocidos y familiares mientras intentaban abrirse un
hueco entre la multitud. Dos vueltas de los bailarines bastaron
para marcar el círculo en el cual se produciría el baile típico.
Fue entonces cuando empezó la primera ballada bajo la atenta mirada
del público, formado por turistas, ibicencos, formenterenses y
catalanes. Algunas personas comentaban la belleza de la danza. Por
ejemplo, una mujer catalana llamada Ana que aseguró emocionarse
cuando presenciaba los movimientos de los bailadores. Una vez
acabado, los miembros de la colla continuaron tocando sus
instrumentos para dirigir una marcha que tenía como propósito
llegar a la sede de la Casa d'Eivissa i Formentera, situada en la
calle Joaquim Costa número 61, muy cerca de la plaza Universitat.
La Casa d'Eivissa i Formentera se vio desbordada por el aluvión de
personas que acudieron a sus instalaciones. Albert Oliver
comentaba: «Es un momento histórico porque nunca habíamos recibido
a tantas personas». Antes de descubrir la placa conmemorativa se
sirvió un gran aperitivo de productos típicos a los asistentes.
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