Impresionante vista de Dalt Vila y las murallas de la ciudad de Eivissa iluminadas ayer a medianoche. Fotos: M.TORRES Y S.GAITÁN

El tradicional castillo de fuegos del día 8 de agosto para celebrar la fiesta de Sant Ciriac fue más que un clásico. Fue uno de los mejores juegos de artificio que ha habido. En la medianoche de ayer 4.500 kilos de pólvora ardieron a 150 y 200 metros sobre el nivel del mar. Durante 25 minutos se pudo disfrutar de miles de combinaciones, de lentejuelas amarillas y blancas, y de conjuntos de estrellas, palmeras y aros que hicieron que el castillo de fuegos más grande de la isla no tuviera nombre. Una única palabra podría definirlo: apoteósico. Hacía muchos años que no se veía un espectáculo de estas características. Todo salió según lo previsto. El viento acompañó, la velada; unas ligeras brisas no entorpecieron las formas geométricas que las combinaciones de pólvora formaban en el cielo ibicenco. La suerte acompañó en todo momento al representante de la empresa pirotécnica Ricardo Caballer S.A., Alberto Villar , que fue el encargado de la organización de este evento que además de contar con una participación envidiable hizo que la elegida mezcla de colores y la sincronización de los lanzamientos iluminara Dalt Vila por momentos. Fue el baluarte de Santa Llúcia el lugar escogido para el despegue de una cantidad de explosivos pirotécnicos que encandiló a los miles de espectadores que desde el puerto grabaron y fotografiaron con sus teléfonos móviles un acontecimiento que durante dos días se ha estado preparando para que no hubiera ningún tipo de problemas. Cuando acabó el espectáculo que puso punto y final a las Festes de la Terra los aplausos y el sonido de las sirenas de barcos certificaron el éxito.

· Patricia E.