Con una invitación a jugar de forma simulada y con un entorno de combinaciones cálidas donde actualmente se luce la nueva obra del pintor Andrés Monreal, Casino de Ibiza invitó ayer a ibicencos y turistas a una jornada de puertas abiertas para dar a conocer las nuevas instalaciones en las que se encontrará hasta el 2007, momento de inaugurar el casino-hotel 5 Estrellas, Sal Ibiza Gran Hotel.

Pero, por ahora, la rotonda Juan XXIII será el espacio en el que el restaurante Jack Pot y la sala de máquinas y de juegos, funcionen como tradicionalmente lo han hecho desde la avenida Juan Carlos I.

Una nueva terraza con olivos, palmeras y flores, y la música del Ibiza Jazz Quartet recibieron ayer a los invitados que comenzaron a llegar a las 20,30 horas para visitar este nuevo espacio que, además, cuenta con una amplia zona de aparcamiento.

«Es más cómodo que el otro porque si vives en Eivissa puedes venir andando y si llegas por carretera no es necesario entrar a la ciudad», destacaba uno de los primeros asistentes que aprovechó la jornada de puertas abiertas, es decir, de juego simulado, para prenderse a las máquinas sin perder ni ganar. Y es que la invitación de ayer no sólo era a canapés y a vinos de todos los colores, sino también a probar suerte en la ruleta o en la mesa de cartas pero sin fichas reales que dejaban a los visitantes probarse en el juego del azar y la suerte sin premio ni castigo.

«Estoy muy contento porque este lugar es mejor y más moderno. Y la gente se ha sorprendido porque al ver una nave por fuera y un lugar lleno de detalles por dentro», destacaba el jefe de sala Mike Brooks que insistía en afirmar: «Éste es un lugar más que digno para pasar estos años».

La mesa Black Jack, preparada con sus 6 barajas de estreno de cada noche de juegos, y la ruleta, en el número 14 de la fecha de la noche, como se empieza cada jornada de azar, esperaban ansiosas a un personal que tardó en acercarse para probar suerte en la primera o para ejercitar sus matemáticas en la segunda.

Dentro, los cocineros, que montaron la cocina en la que se encontrabn con sus propias manos, se afanaban por sacar canapés calientes y fríos, y dulces de postre, que saborearon los asistentes a su llegada incesante, hasta las 23,00 horas, momento en el que la noche comenzó a rodar como cualquier otra en este nuevo pero tradicional lugar de encuentro de la isla.

L.Aversa