La coalición progresista se ha dado una pequeña tregua hasta que pasen las fiestas navideñas, o al menos eso sostienen sus dirigentes, antes de abordar en serio el problema del sustituto (a) de la dimisionaria Fanny Tur en el Consell. El enésimo episodio de la crisis que arrastra el Pacte tras la debacle electoral de mayo de 2003 ha trascendido en un problema mayor: quitarse la venda de los ojos y decidir de una vez si vale la pena seguir juntos o, peor todavía, afrontar ya definitivamente si alguien aún tiene voluntad por mantener con respiración asistida el proyecto de alianza de la izquierda pitiusa.

La cuestión se reducía, antes de Navidad, a llegar a un acuerdo para elegir al sustituto de Fanny Tur en el Consell (el puesto número cinco), aunque ahora, tal y como se ha gestionado el asunto y la crisis de la aprobación del PGOU de Eivissa, el problema es mucho más gordo: decidir la continuidad del Pacte. El PSOE, avalado por unos buenos resultados en las últimas elecciones, no está por la labor de dar ni una concesión más a sus socios minoritarios (ERC, EU y ENE), y éstos ya están hasta el moño de bajar la cabeza ante los designios socialistas con tal de mantener lo poco que queda del proyecto progresista que apartó al PP de la poltrona de la máxima institución de la isla durante cuatro años.

La estabilidad del gobierno del Ayuntamiento de Eivissa es el único argumento que les queda a los creyentes (en el Pacte) para seguir adelante con la coalición, aunque también se maneja ya, sobre todo entre las filas socialistas, la posibilidad de llegar a un acuerdo de mínimos entre todos para seguir fuertes en Dalt Vila y disolver el resto para que cada uno por su cuenta pueda preparar su estrategia para la carrera electoral de 2007. Quizá el primero en echar todo al traste sea ENE, tras depurar responsabilidades con su concejal Leopold Llombard, que se declaró en rebeldía y votó a favor de la aprobación del PGOU pese al rechazo mayoritario del partido.