El proceso de montaje y organización resultó laborioso.

Los alumnos de Ca ses Monges en Sant Francesc Xavier, protagonizaron ayer en la iglesia de la capital el tradicional belén viviente que, año tras año, concita un numerosísimo público compuesto, como es obvio, por madres, padres, hermanos, tíos y abuelos de los chavales.
Alrededor de las once de la mañana los niños se desplazaron desde la escuela, a escasos metros de la iglesia, hasta el templo y escenificaron una visita de los pastores al portal de Belén. Las ansias de unos y otros por demostrar que se habían aprendido el papel o por quedar bien ante sus familiares fue fuente de numerosos momentos que arrancaron carcajadas y aplausos a partes iguales.
Niños que iban en dirección contraria, parlamentos en voz baja que eran inaudibles, otros que de tanto memorizarlo lo soltaban a la carrera, ofrendas que en lugar de dejar junto a la Virgen y el Niño se llevaban por los nervios hasta que se les avisaba de su equivocación... en fin una matinal que culminó cuando todos ellos se agruparon para cantar canciones navideñas.
Mientras los flashes de cámaras centelleaban continuamente y los vídeos caseros agotaban las cintas, los niños se esforzaron en demostrar con más empeño que fortuna sus dotes cantoras.
La iglesia de Sant Francesc cabe decir que estaba abarrotada como en pocas ocasiones y mucho menos que cuando un recital de música clásica se ofrece en ella, pero ayer el espíritu navideño envolvía a todos los presentes, espectadores e intérpretes.
Al finalizar el acto algunos enanos posaban junto a sus familias a la puerta de la iglesia para inmortalizar su memorable actuación. Dentro de una década algunos se avergonzarán, pero dentro de tres décadas probablemente derramarán una lagrimita al verse tiernos e inocentes.
Guillermo Romaní