Los niños participaron en cada situación de la obra.

El auditorio Cas Serres albergó ayer por la mañana dos funciones de la obra «La extraña historia de Caperucita Roja y el lobo» que las compañías de teatro «Azucarera» y «Paco Atrium Producciones», presentaron en conjunto con motivo del 'Día Mundial contra la Violencia de Género'.

Como en todo cuento hay un aprendizaje a descubrir, un personaje malvado que en este final se vuelve bueno y una solución mágica traída por el Hada Madrina. Es el Príncipe Azul quien con su escopeta y en busca de los tres cerditos, es abandonado por una Cenicienta moderna que no le quiere y ayudado por el lobo para casarse con Caperucita Roja. La interpretación de la vida cotidiana que Caperucita y su Príncipe tienen una vez juntos, comienza con una representación de lo que ocurre en muchas vidas familiares: Caperucita debe hacer todas las tareas domésticas y llevarle las cervezas a su marido que pide a gritos la comida en la mesa. El lobo los visita y Caperucita decide dejar a su Príncipe y volver junto a su abuela. En ese momento el Príncipe se vuelve violento y levanta la mano a Caperucita. La obra se detiene y el lobo pregunta a un público expectante si desean que el cuento siga de esta forma o si por medio de la poción mágica les apetece cambiar el final. Los pequeños al unísono aceptan la propuesta de la poción mágica y El Príncipe y Caperucita se vuelven iguales ante las tareas, las decisiones sin distinciones ni sometimientos preconcebidos. L.Aversa

Tres actores en escena dieron vida a esta obra basada en personajes de cuentos clásicos pero con caracteres liberales y formas de pensar traídas a la actualidad: un lobo que no quiere atacar a la abuelita de Caperucita sino robar su canasta llena de frutas; una Hada Madrina que convertida en Drag-Quenn aboga por la libertad de la mujer; y una Cenicienta que ha conseguido trabajo y que no quiere al Príncipe Azul, son algunas de las situaciones y opiniones que los actores presentaron y compartieron con un público de más de 250 niños por función. Venidos de los colegios Puig d'en Valls, Cas Serres, Poeta Villangómez, Sa Bodega, Sant Jordi y Vara de Rey de Sant Antoni, los pequeños, de entre 6 y 8 años, formaron parte también de esta obra que en ningún momento dejó de ser un diálogo entre público y actores acerca del maltrato doméstico.