Catalina Ferrer tiene 84 años, es viuda, vive sola y desde hace varios meses es usuaria del servicio de teleasistencia en su casa de Formentera. Como explica ella misma, «fue mi hijo el que lo solicitó por mí, yo no sabía ni que existía pero él me dijo que había hecho las gestiones y simplemente un día vinieron a instalármelo». Desde entonces na Catalina se siente más segura y tranquila ya que como ella misma relata, «vivo sola desde hace tiempo pero de esta manera en un caso de apuro, que por suerte no se ha producido, tienes donde recurrir de forma inmediata». Na Catalina se ocupa diariamente de sus gallinas, de los palomos, de las higueras, cuando es la época, y cultiva algunas verduras y hortalizas. Siempre está yendo arriba y abajo alrededor de su casa y confía en que «si me pasara algo aunque no estuviera al lado del teléfono, siempre puedo avisar, comunicarme con el servicio telefónico; ellos saben donde estoy». Na Catalina está satisfecha del servicio, «me llaman de vez en cuando para saber si todo va bien, si hay problemas o a veces hasta para felicitarme por mi santo o cumpleaños, eso está muy bien».

El servicio de teleasistencia no se limita a ser un receptor pasivo de emergencia de determinadas personas sino que además ofrece servicios tan valiosos como los de recordar a algunas personas la ahora en que deben tomar la medicación prescrita por el médico o, en los casos de personas que se sienten solas, les llaman para darles conversación para que de esta manera no se sientan tan aisladas del mundo.

No es éste el caso de na Catalina, que en verano tiene numerosas visitas de personas que van comprarle higos y que incluso e invierno pasan a veces a charlar un rato con ella. A na Catalina lo único que le preocupa en cierta manera es el alcance del aparato que lleva siempre colgado del cuello «no sé si la cobertura alcanza un centenar de metros respecto al teléfono», teléfono que se encuentra instalado junto a la puerta de entrada de su magnífica casa payesa, una de las más si no la más fotografiada de toda la isla, pero al mismo tiempo na Catalina comenta, y en tono ciertamente humorístico, «si estoy más lejos es que estoy bien y alrededor de las higueras que están junto a la carretera o sea que si el aparato no funcionara, siempre podría acercarme a la carretera». Na Catalina es una de las 71 personas de la isla beneficiadas por este servicio.