Los problemas de la UCI de Can Misses motivaron un expediente disciplinario.

La médico que ha denunciado ser víctima de mobbing en Can Misses declaró ayer en el juicio que se lleva por esta causa en el juzgado de lo Social de Eivissa que durante dos años se sintió «demonizada» por sus compañeros. Es más, aseguró que problemas personales con éstos derivaron en situaciones de «psicoterror» y de «total discriminación», incluida la marginación por sus opiniones médicas que, a su juicio, fueron «ignoradas» por el resto del equipo de la UCI.

Cuatro intensivistas de Can Misses tuvieron que comparecer ayer en el juzgado de lo Social para responder a la acusación de la facultativa, persona que en su día fue suspendida de empleo y sueldo durante seis años por el Ib-Salut después de que se apreciaran en un expediente graves irregularidades en su trabajo, entre ellas la de tomar decisiones médicas graves sin consultar con los otros miembros del equipo. Dicho expediente se encuentra recurrido ante la vía de lo contencioso administrativo.

Los médicos que directamente responden de la acusación de acoso moral en el trabajo, por su parte, reiteraron en la sala la veracidad del contenido de un expediente de más de 800 folios que se inició en septiembre de 2003 y que concluyó en agosto de 2004 después de que declararan 44 personas. La doctora que ha interpuesto la demanda por mobbing, sin embargo, no tuvo reparos en afirmar en el juicio que la instructora del citado expediente «falseó datos» y por eso ella estaba suspendida de sus funciones.

Los cuatro intensivistas que declararon ayer manifestaron que fue su propia compañera la que «radicalizó» sus posturas y la que fue separándose del resto del equipo hasta tomar «decisiones clínicas de forma unilateral». Ello, según estos testimonios, motivó quien durante dos años se produjeran por parte de ésta ausencias injustificadas en el trabajo y faltas a las sesiones clínicas. «Siempre fue invitada a todo», argumentaron. La demandante alegó que sus faltas se debieron al «estado de ansiedad» que dijo soportar durante dos años y que ella fue la primera que informó a la gerencia tras notar una «agresividad impresionante» de su jefa de servicio y sentirse «muy vigilada». «La gerencia no me hizo ni caso», agregó. Todos los implicados reconocieron que durante estos dos años se produjeron en el servicio situaciones muy violentas. «Fuimos muy permisivos al principio», señalaron. Al menos dos de estos capítulos acabaron con insultos. «Pero nunca usé la palabra nazi ni carniceros como se ha dicho», dijo la intensivista suspendida y a la que se ha cuestionado por tener criterios diferentes en la atención sanitaria. «Mis criterios médicos no han cambiado; lo que sí han cambiado son los criterios en la UCI. Me quejé también de que había amiguismos y que había pacientes que no tenían que estar», dijo.