Dieciséis profesionales de diversos campos, como los dedicados a
temas socio-educativos, ocupación laboral y, sobre todo, de
servicios sociales, han participado en el curso «Técnicas de
prevención del conflicto juvenil», impartido por el profesor de la
UIB en la Facultad de Educación Lluís Ballester. El tema en sí se
refiere a solucionar y tener las herramientas suficientes para
saber cómo poder ayudar a los jóvenes que están en situación de
conflicto ya que para muchos profesionales es difícil comunicarse
de una manera eficaz con un joven.
-¿Cuáles son los conflictos más comunes que suelen tener
los jóvenes?
-Hay conflictos muy diversos, pero normalmente los chavales están
entrando en conflictos agresivos por dificultades de dominio de la
capacidad comunicativa básica. Otro de los conflictos más comunes
es la dificultad que tienen para negociar sus relaciones
comunicándose sólo con gente de su mismo lenguaje o muy parecida a
ellos. En definitiva, conflictos de agresión por dificultades
comunicativas, de incomprensión porque no saben explicarse, con las
instituciones porque les es difícil cumplir normas y
responsabilizarse, y conflictos con las familias.
-¿Cuáles son las técnicas con las que trabajan los
profesionales para la prevención de
conflictos?
-Estamos utilizando mucho el «trabajo en
red», que es una técnica de acuerdo entre organizaciones que están
implicadas con los jóvenes. Lo más habitual es que trabaje mucha
gente pero de manera algo descordinada, sin llegarse a decidir qué
se hace conjuntamente. Entonces, con esta técnica se llega a la
articulación, es decir, al trabajo conjunto de todas estas
instituciones, unificando criterios.
-¿La falta de comunicación puede llegar a provocar una
situación conflictiva?
-Puede llegar a producir problemas serios. Te estás encontrando a
chavales, que no es que no sepan decir las cosas, es que sólo las
dicen desde una comunicación de combate que se llama; una
comunicación agresiva que proviene de su inseguridad. Y yo me
pregunto cómo llegas a algo constructivo desde esa manera de
relacionarse y cómo se le responde. Normalmente, rebotando,
volviéndole esa agresividad en la comunicación. Y para salir de ese
círculo vicioso tenemos, los adultos y profesionales, la
responsabilidad de hacerlo bien y darles las técnicas y
herramientas necesarias para ello.
-¿Qué papel juegan los padres?
- Su papel es fundamental. Una de las líneas sobre las que actuamos
es el trabajo en competencias parentales, para que sepan ser
competentes en la relación con sus hijos, y ser competentes no
quiere decir saber muchas cosas, sino que significa marcar límites
y negociar normas.
-¿Saben enfrentarse a esas situaciones?
-En chavales conflictivos, las familias han ido perdiendo sus
competencias parentales; esa manera de saber hacer las cosas.
Antes, los padres se comportaban desde formas más bien
autoritarias, y eso funcionaba o no funcionaba. En este momento hay
familias tan tolerantes que van hipotecando su posibilidad de más
adelante poder marcar límites. Otras familias, por otro lado, no
saben si ser tolerantes o autoritarias o cómo ser con sus hijos y
relacionarse.
-¿Por qué está tan en boga esto del conflicto juvenil? y
¿antes no existía?
-Sí que lo había. Lo que pasa es
que ahora se expresa más y somos más sensibles a esos temas y
estamos más informados. Lo mismo pasa con el maltrato a las
mujeres, porque antes había mucho pero ahora se han hecho más
visibles. Estos temas ya son noticia y los medios de comunicación
les prestan mayor atención.
C.V
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