José Planells Tur tocando el primer violín que hizo con sus propias manos, hace dos años. Foto:KIKE TABERNER

José Planells Tur es un ibicenco jubilado que desde hace dos años en sus ratos libres se dedica a confeccionar instrumentos musicales tales como violines y mandolinas. En total, lleva hechos diez, algunos incluso, de creación original y muy personal realizados con la cáscara de calabaza, que cuanto más fina sea mejor sonará. José es un manitas y no hay nada que se le resista. Juguetes tradicionales y instrumentos de viento también los sabe hacer.
Durante toda su vida ha trabajado en la agricultura y todavía lo sigue haciendo porque es feliz en su huerta viendo crecer los tomates y pepinos.

«De solfa no sé nada pero aseguro que puedo reconocer dónde tiene un defecto o fallo un instrumento», afirma con total rotundidad Planells, un hombre que pese a su desconocimiento musical, es un gran observador de los detalles, cualidad necesaria para poder llevar a cabo su tarea de hacedor de violines y mandolinas.
Con muchas ganas de hablar y de explicar las partes de cada instrumento (la distancia de las cuerdas y de las cedillas, el enrazinamiento del arco y las características del diapasón) cuenta que por azar encontró un artículo en el que se hablaba de los violines Stradivarius y que le sirvió de mucho para aprender algunos secretos sobre la afinación:«El primer violín lo hice ayudado por ese artículo». A partir de ahí, no ha parado de trabajar y perfeccionarse en su realización porque como bien dice él, «hago muchas cosas y aunque tengo doce oficios no se nada». Planells, al igual que el gran maestro Stradivarius, a sus violines les pone Propolio (medicamento desinfectante) «y la verdad, es que suenan mejor que antes», confiesa. Aunque no sabe muy bien de dónde le surgió la afición, comenta que lo importante en la vida es la constancia y que «la voluntad de una persona lo hace todo». Y así es. Gracias a ella, consigue que suenen afinados.

C.V.