L os vecinos de Sant Josep celebran el 275 aniversario de la primera misa oficiada en la iglesia de Sant Josep el día 15 de agosto de 1729. Hace aproximadamente 278 años que los 'josepins' con su esfuerzo, fe y dedicación empezaron a construir la iglesia de su pueblo para así disponer de un lugar donde celebrar los actos relacionados con la práctica de la religión. Primero construyeron la capilla conocida por «Sa capella Fonda». Después, los vecinos se desinteresaron un poco y llegó la peste. Pero con el paso del tiempo se reengancharon y finalizó la construcción de la iglesia con la desaparición de la peste. A partir de ese momento, los habitantes de Sant Josep ya no tuvieron que desplazarse a las iglesias de los municipios cercanos.
La construcción llevó tres años y los materiales utilizados, como la piedra y la cal fueron extraídos de des Pujol d'en Cardona, es Coll des Guix, y el agua de la Font des Verger. Los peldaños de la piedra negra del altar se sacaron de la cantera de Cas Berris.
Por ello, esta iglesia está muy relacionada con el pueblo y todos los josepins, como dice Joan Marí Tur, conseller de Patrimoni, «tienen algo de su vida o de su alma en ella». Un periodista la llegó a definir como «la catedral del campo ibicenco».
El actual altar mayor es una copia del antiguo del siglo XVIII. En una inscripción latina situada en el techo, arriba de la pila bautismal, se puede leer que el altar mayor se hizo con la limosna de los fieles. El altar se construyó semana tras semana desde 1936, que fue cuando se quemó el antiguo, hasta 1958, momento de inauguración del actual, y cuando el cura Josep Serra Marí fue recogiendo donativos y haciendo postales con las que pagar el altar. La guerra civil hizo estrago y de las seis tallas que había en el retablo antiguo únicamente se salvó de la quema la del titular de Sant Josep, que según cuenta la leyenda no consiguieron echarla al suelo ni cortarla porque Sant Josep estaba aferrado al suelo y a su muro. Esta talla fue un regalo del marinero Barceló que lo donó a la parroquia.
Se han restaurado tres piezas: la talla de Santa Ana del siglo XVIII y ubicada en el antiguo retablo. Ha sido restaurada por José María Velasco; el frontal del altar mayor y el ecce-homo, imagen antigua y única pintada por Sánchez Ocaña. Al ser obras delicadas para la talla se ha tardado cuatro meses mientras que para los dos cuadros medio año. C.V.