Sobre los precios de la oferta complementaria (bares, restaurantes
y cafeterías) hay disparidad de opiniones. Unos creen que son
abusivos, otros consideran que es la única forma de sacar
rentabilidad al negocio dado lo caro que resulta para el empresario
mantener la empresa. Apuntan a que alargar la temporada
contribuiría a la contención de precios. Eso sí, nadie dice que
Eivissa sea barata, ni mucho menos.
El director de la Caeb, Enric Moreno, no cree que los bares o
los restaurantes aumenten los precios por gusto sino «porque cada
vez se reduce más la temporada y los empresarios tienen que vivir y
pagar los gastos de todo un año con lo que hacen durante la
temporada». Moreno dice que se les acusa de hacer el agosto, «¡pero
es que aquí sólo se trabaja en agosto!», insiste. Si hubiese un
período de tiempo bueno más largo «los precios deberían
estabilizarse», afirma.
Jesús Sanromán, responsable de hostelería de CC OO, cree que en
determinadas fechas falta oferta complementaria. «No se pone en
marcha hasta que no están los hoteles abiertos, obviamente porque
no quieren tener pérdidas, pero esto no contribuye a la
desestacionalización», explica. Con respecto a los precios,
Sanromán piensa que la relación calidad-precio es relativa porque
hay sitios para todos los gustos. «En algunos cobran en relación a
la calidad y en otros cobran mucho a pesar de que el servicio no lo
merece», afirma.
Pedro Matutes, presidente de la Federación Hotelera de Eivissa,
reconoce que las Islas son percibidas por los turistas como un
destino caro. «Es injusto achacar esto a toda la oferta
complementaria porque hay oferta que da un servicio muy bueno a un
precio alto». Los abusos se producen sobre todo «en lugares donde
no hay competencia como las playas, donde se inflan los precios».
Lo que está claro para Matutes es que este tema impacta muchísimo
sobre el turista porque «basta que una sola vez te hayan dado un
clavo como para que la impresión sea de que es un destino caro en
general».
El presidente de la asociación de empresas portuarias, Apeam,
Rafael Cardona, considera que «los precios que se están pidiendo no
son en absoluto proporcionales a la calidad que se está dando».
Cardona sugiere ser «un poco realista» porque «al turista que le
vendes un paquete turístico con un precio de 600 euros por una
semana a media pensión y se encuentra con una oferta complementaria
por las nubes, que le cobra 6 euros por una botella de agua, se
siente defraudado y engañado, hay un desfase total».
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