U na gran amiga mía, la condesa Nicoleta Romano de Rotonda, prestigiosa periodista internacional y que posee una casa espléndida en Cala San Vicente, hace unos años invitó a la isla a un grupo de amigos y entre ellos figuraba Claudia de Francia, duquesa de Aosta. Durante su estancia veraniega estuvimos muchos días y noches juntos. Les enseñé Dalt Vila, el puerto y organizamos distintas cenas en restaurantes y en casa de Nicoleta y en la mía surgiendo una magnífica amistad. Claudia es hija de los condes de París, hermana por tanto de la duquesa de Calabria, casada con un infante español. Son muchos hermanos y hermanas y todos ellos están emparentados con la realeza europea y sé de muy buena tinta que entre los hermanos según con quien se hayan casado se llaman francesa o italiana según la nacionalidad de su consorte. A Claudia le llaman la italiana por haberse casado con Amadeo de Saboya, duque de Aosta.

Un antepasado del actual duque de Aosta, también llamado Amadeo de Saboya, fue proclamado Rey de España y vino con dos hijos, el mayor de los cuales, Manuel Filiberto, llegó a ser nombrado Príncipe de Asturias e Infante de España. Cuando se coronó Amadeo de Saboya renunció a sus títulos italianos pero con una cláusula secreta en la que constaba que en caso de perder o renunciar la Corona Española volvería a recuperar sus títulos, privilegios y honores italianos.

Así ocurrió que al partir para el exilio Amadeo de Saboya recuperó todos los títulos italianos que tenía antes de venir a España.

El marido de Claudia de Orleans es Su Alteza Real el Príncipe Amadeo de Saboya duque de Aosta y biznieto por línea directa de Amadeo I Rey de España. Por tanto, en el caso de que en un pasado no hubiese renunciado a la Corona en estos momentos sería Rey de España y , por tanto, Claudia, duquesa de Aosta, Reina de España. Esto es así aunque parezca un poco ciencia ficción.

Físicamente Claudia no es ninguna belleza, es una mujer del montón pero su forma de ser y su personalidad suplen todo lo demás. Habla seis o siete idiomas. Es cultísima. Tiene un encanto y una simpatía muy especial. Le encanta viajar y cantar y se muestra en todo momento como una mujer muy normal de nuestro tiempo. Es además una notable pintora y alguna vez intentó montar una exposición en la isla y para ello me pidió colaboración, pero, al final, por una serie de contratiempos como los desplazamientos y de agenda con la galería no llegó a realizarla. Claudia tiene un hijo que se llama Aimone que ostenta el título de duque de Apulia que es descendiente por línea directa de Amadeo I Rey de España y que de no haber sido por los avatares de la historia, este joven, sería el actual Príncipe de Asturias. La historia y la vida tienen sus ironías.