D urante el franquismo formaba parte de la parafernalia del régimen la existencia de una serie de damas de la alta burguesía y esposas de importantes políticos que desempeñaban una actividad destacada en todo lo que fuera concerniente a la ayuda de los necesitados. También hay que decir que después de la Guerra Civil, la II Guerra Mundia y el aislamiento al que fue sometida España internacionalmente, la situación económica era difícil y lo que hoy día se desarrolla por medio de la Seguridad Social y las instituciones, antes no era así. Abundaban 'los santos inocentes' y 'las escopetas nacionales' y todas esas señoras formaban un ejército indispensable. Practicaban el paternalismo socorriendo a los más necesitados y hoy es difícil imaginar ese momento.

Socialmente se trataba de un tipo de personajes que abundaban tanto en hombres como en mujeres. Durante la Semana Santa a ellas se las veía con mantilla, peineta, vestidas de negro y un rosario, mientras que sus maridos, para mostrar un arrepentimiento y dar gracias por su situación privilegiada, se dedicaban a llevar las imágenes en el Viernes Santo. Supongo que les ayudaba a tener la conciencia más tranquila.

La dama a la que hoy voy a dedicarme se llamaba doña María Marta Moragas de Moragas. Era catalana aunque siempre o casi siempre hablaba en castellano -manteniendo un tremendo acento catalán que nunca quiso corregir- porque era lo que se llevaba entonces. Era muy agradable y muy simpática, siempre dispuesta a ayudar al prójimo. Me recordaba mucho a la anterior Begún, mujer deAgakhán, algo gruesa, como debían ser las señoras de la época para diferenciarse de las flacas, que tenían menos poder económico. Pertenecía a todas las asociaciones benéficas habidas y por haber y entre otras era la vicepresidenta de la Asociación Española de la Lucha contra el Cáncer, porque naturalmente la presidenta era la marquesa de Villaverde, hija de Franco.

No recuerdo ni cómo la conocí, pero a pesar de la diferencia generacional hicimos buenas migas y a través de ella conocí un mundo que formó parte de toda una época. Con la gente que tenía confianza y amistad, aunque fuésemos más jóvenes, imponía el tuteo. Era una persona muy alabada y a veces criticada que podía considerarse como un verdadero peligro para los bolsillo de los señores porque siempre que aparecía en un acto público pedía dinero para los más necesitados.