Con sólo 19 años le nombraron jefe de cocina, y aunque la
experiencia le sirvió para recibir su «primera bofetada» en una
profesión que difícilmente perdona los errores, para entonces ya
estaba muy lejos de casa y contaba con más experiencia de la que
podía delatar su edad. Nacido en Arenys de Mar (Catalunya) pero de
madre sueca, Oscar Bueno Nilsson tienen 31 años y dirige desde hace
dos la cocina del Hotel Hacienda (Na Xamena), situado en Sant
Miquel. A los ocho años empezó a mostrar dotes para la cocina
sorprendiendo a sus padres mientras se preparaba unos crepes. «Mis
padres no tenían nada que ver con la cocina, pero mis abuelos sí
-explica-, entre los dos montaron en Catalunya el restaurante La
Molina».
Su interés por superarse le llevó a dejar España rumbo a Suecia
después de acabar sus estudios en la escuela de Sant Narcís, en
Girona. «Aquí no existía una cocina creativa y por eso estuve
trabajando en Suecia, después en Suiza, Francia y finalmente en
Alemania, donde conocía a Alexander Gscheider, el cocinero que
realmente me dio la varita mágica que se llama aprender a hacer
algo con algo, empezar a elaborar platos olvidándote de los libros
y de las recetas». Fue en Suecia donde se dio cuenta del retraso
que sufría la cocina española y de que la profesión se podía vivir
de otra manera, basándose en la calidad.
Después de haberse estrenado como jefe de cocina y de haber
perfeccionado algunos de los siete idiomas que habla, aceptó un
nuevo reto. «Me ofrecieron dirigir un hotel de cinco estrellas
superior en Gambia (Àfrica) y después de mucho pensarlo acepté
porque donde estaba ya no iba aprender más», recuerda. El 11 de
enero de 1999 aterrizó en el país y en un momento pasó de 15º a
34º. Allí aprendió a convivir con la contradicción: mientras él
cocinaba exquisiteces para las personalidades más destacadas no
podía dejar de mantenerse ajeno a la pobreza que asolaba el país.
De Àfrica aprendió a admirar la calidad de sus productos y a
valorar el trato diario con el cliente. Al cabo de unos años de
nuevo el azar o la suerte actuó en su vida y llegó al Hotel
Hacienda.
Después de 16 años metido en una cocina no duda a la hora de
afirmar que «la base no está en la técnica, está en el gusto; se le
da demasiada importancia a la técnica nos olvidamos de las pequeñas
cosas», asegura. Hoy su máxima es la de transportar al cliente con
su comida. «Quiero hacer viajar con el paladar, que cuando alguien
pruebe un plato le recuerde a ese otro lugar donde una vez lo
probó», afirma.
Oscar Bueno también es consulting (asesorador) del restaurante
Savors, en Marina Botafoch, donde ha puesto en práctica el
pica-pica, lo que entiende como una nueva forma de comer y que
consiste en presentar platos en pequeñas porciones. Dentro de unos
meses también publicará un libro de recetas, «Savors», donde
recopila todo lo que ha aprendido en sus viajes y en el que ha
colaborado el fotógrafo Manuel Illera. Sara
Yturriaga
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