La reunión mantenida esta semana en el Consistorio de Formentera
para debatir el diagnóstico de la Agenda Local 21 sirvió para
apuntalar la sensación de que el transportre continúa siendo una
asignatura pendiente, en sus dos vertientes, externa e interna. En
el primero de los aspectos se destacan el reducido número de
trayectos entre Formentera y Eivissa en el invierno, la demanda de
«un servicio a primera hora de la mañana y a partir de las siete de
la tarde que permitan realizar gestiones en Eivissa y efectuar
conexiones aéreas sin necesidad de dormir allí», unas conexiones
aéreas con el resto del archipiélago, la península o Europa que
también se resienten en temporada baja.
A ello se suma «el problema del transporte de mercancía, que en
la actualidad está en manos de una sola naviera motivo por el que
el coste de la carga se considera excesivo».
La auditoria recalca que existe un claro «predominio de los
medios mecanizados privados en los desplazamientos por la isla», y
pese a reconocer que no existe una encuesta domiciliaria que
permita analizar las características de la movilidad, algunos datos
como el grado de motorización, el número de usuarios del transporte
público o el número de taxis «indican que los desplazamientos tanto
en temporada turística como fuera de ella se realizan en coche o
moto».
Minuartia-Duna señala que la carretera PM-820 constituye el eje
central de los desplazamientos en verano pero que «la diversidad de
medios que se utilizan y comparten la calzada, así como los
numerosos cruces existentes, incrementan el riesgo de accidentes»,
al tiempo que en temporada turística se hace patente la
insuficiencia de aparcamientos en los núcleos urbanos y en la
mayoría de las playas.
La utilización de bicicletas y ciclomotores acordes con las
características topográficas de la isla, queda condicionada según
la auditoria ambiental, por la escasez de carriles acondicionados
para su uso exclusivo e incluso el existente en diversos tramos de
la PM-820 «no garantiza una circulación segura en ambos
medios».
La implantación de un plan de viales no motorizados y la
creación de rutas alternativas son condición básica para que
quienes se desplazan en bici o motocicleta lo hagan con la máxima
seguridad. Finalmente, en el apartado del transporte colectivo, se
constata su uso en período estival mientras que en invierno la
escasez de frecuencias impide una utilización habitual por parte de
los residentes.
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