Bonet prefiere trabajar sobre bocetos.

José Bonet no está acostumbrado a las cámaras ni a los periodistas, ni siquiera a los concursos de diseño como éste en el que acaba de conseguir una mención de honor del jurado. Este joven diseñador ibicenco se limita a trabajar en lo que le gusta sin marcarse grandes pretensiones, aunque reconoce que el inesperado reconocimiento le ha hecho sentir «una gran satisfacción personal».

Bonet recuerda, entre extrañado e impresionado, que el desfile tuvo lugar en el Jardín Botánico, frente a la estación de Atocha, y que al evento acudió un gran número de periodistas. «Cada diseñador tuvo seis minutos para presentar su trabajo -recuerda-, y yo estoy muy agradecido a la escuela por pensar en mí porque esta ha sido la primera vez que me he presentado a un concurso».

El pasado 17 de febrero se celebró en Madrid, coincidiendo con la clausura de la Pasarela Cibeles, el Concurso Nacional de Jóvenes Diseñadores, certamen en el que participó una amplia representación de profesionales de la moda de nuestro país. José Bonet llegó hasta allí de la mano de la Escola d'Arts i Oficis de Eivissa y volvió a casa con una mención de honor bajo el brazo. María Ferrer, profesora de modelismo de la escuela, recuerda que en cuanto el centro recibió la propuesta para escoger a uno de sus alumnos, rápidamente pensaron en José Bonet, quien hace un par de años terminó de cursar sus estudios allí. «Él acababa de finalizar su trabajo de final de carrera, en el que había conseguido una matrícula de honor, y creímos que será la persona más adecuada», explicaba ayer esta profesora que no quiso dejar de transmitir el orgullo que ha supuesto para la escuela que el trabajo de un alumno suyo haya sido reconocido.

Este joven de 29 años viajó a Madrid con seis diseños de trajes de novia. «Algunos eran los mismos que había presentado para el proyecto de la escuela, inspirado en los trajes típicos ibicencos -contaba-; me dediqué a ir escogiendo diversos adornos o detalles para hacer después una interpretación libre y crear estos vestidos».

De toda esta intensa experiencia el diseñador se queda simple y llanamente con la satisfacción personal que le ha quedado después de ver cómo han valorado sus creaciones.

Trabaja sobre bocetos -«el dibujo no es mi fuerte», confiesa- y a menudo sobre el propio maniquí, sobre el que va creando cada vestido utilizando retales o alfileres.

Junto a su hermano, también diseñador, se ha centrado en la confección de vestidos de novia, una parcela qué él asegura que le permite trabajar con un amplio margen de creatividad. «Cada uno de nosotros nos dedicamos a nuestros propios proyectos personales, pero de cara al público lo hacemos todo juntos y tenemos la suerte de que nuestras jefas nos dan libertad para hacer otras cosas», explica. Él trabaja actualmente en el taller de la diseñadora Charo Ruiz como cortador.