La mayoría de los participantes en esta iniciativa artística eran mujeres de distintas edades. Fotos: R. MARTÃNEZ
L as ráfagas de viento fresco que por momentos corrían ayer por el
Pla de Corona obligaron a los alumnos de Orlando Herrera a hincar
las patas de sus caballetes para que sus lienzos no se les callesen
encima. Pero este pequeño contratiempo no supuso ningún problema
para la quincena de aficionados a la pintura que ayer se reunieron
en el camino que une Santa Agnès con Sant Mateu para cumplir con un
rito que este invierno cumple su quinta edición: pintar en cuatro
horas aproximadamente un lienzo con los almendros de Corona en todo
su esplendor. «La naturaleza pone ante nuestros ojos un escenario
único e irrepetible por unas horas y nosotros tenemos que
aprovecharlo y reflejarlo en nuestros lienzos», comentaba Orlando
Herrera, quien confesó que esta salida al campo se convierte en un
placer doble porque, comentó, «además de mirarlo lo
pintamos».
Ruth, Paula y Marta de 15 y 16 años, acudieron por primera vez a
Santa Agnès para participar en esta salida. «Pintando al aire libre
en grupo da menos corte», comentaba Ruth mientras daba alguna
pincelada suelta a su obra en la que explicó que lo más complicado
era pintar las flores. Enrique y Diana en otro de los rincones del
lugar, disfrutaban también del paisaje y de la pintura. «Ésta es la
tercera vez que participo en esta actividad y como ya lo tengo
asimilado he buscado algo concreto, que se adapte a mis
necesidades. Hoy he elegido dos almendros y me he centrado en
reflejarlos en el primer plano en lugar de tratar de hacer todo el
paisaje», detallaba Enrique.
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