Los motivos de expulsión de un alumno son varios: enfrentamiento
entre alumnos y con el profesor, ocasionar desperfectos en el
centro, abandonar el instituto sin autorización o distorsionar el
clima en clase.
Sólo se registró un caso de expulsión definitiva de un alumno,
que no se pudo realizar ya que se encuentra en edad de
escolarización obligatoria por lo que se optó por el cambio de
centro de secundaria.
El dato más relevante es el referente a las amonestaciones,
conductas no graves que no determinan una expulsión, que afectó a
687 alumnos. En este apartado figura ocasionar molestias al
compañero de al lado o hablar cuando no se debe.
En los expedientes de cada alumno se contabilizan las
amonestaciones y una acumulación de ellas aparecen reflejadas en el
expediente. El problema está en las medidas que puede adoptar el
profesor si un alumno esta causando problemas. «El profesor no
tiene la potestad de antes y la manera de controlar el alumno es ir
amonestándolo. La acumulación de ellas puede servir, a largo plazo,
para abrir un expediente o servir de agravante si se le abre un
expediente por otra causa. Es prácticamente la única manera que se
tiene de disciplina», explican desde la Conselleria.
El porcentaje de amonestaciones no es muy alto, ya que
representan un 19,7 por ciento frente a la media de 25,2 por ciento
en Balears (5.466) y en otros puntos del archipiélago.
Desde la Inspección Educativa, se destaca la diferencia de seis
puntos de las Pitiüses frente a la media de Balears, aunque las
amonestaciones no tienen tanta repercusión en la comunidad
educativa porque no implica una expulsión del alumno del centro de
secundaria.
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