En el año 78 el televisor era un artículo de lujo que costaba
unas 70.900 pesetas, mientras que un viaje a Nueva York salía más
barato, sólo por unas 20.000 pesetas. Asimismo, irse de vacaciones
un poco más lejos, nada más y nada menos que a Bangkok, podía salir
por unas 49.000 pesetas.
En la actualidad los cinéfilos se quejan de que el cine cada vez
es más caro, aproximadamente cuesta unos 5 euros, un precio muy
alejado de las 120 pesetas que los españoles pagaron entonces por
ver los estrenos más esperados de ese año. Hay que añadir también
que los espectadores se entretenían con bolsas de pipas y no con el
cono, tamaño super, de palomitas que se vende ahora. La vivienda es
otro de los temas a los que la Constitución le dedica un artículo.
Hace 25 años una casa de cinco habitaciones, 225 metros cuadrados,
jardín y piscina costaba poco más de 36.000 euros (seis millones de
pesetas), mientras que ahora es difícil encontrar un piso de 90
metros cuadrados por menos de 160.000 euros (27 millones de
pesetas). Los ibicencos también podían degustar un menú por 300
pesetas y comprarse un Ford Fiesta por 260.000 pesetas.
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