El Casino de Ibiza, popularmente conocido entre los ibicencos
como el Casino des Moll, celebra desde febrero su 80º aniversario
con numerosos actos entre los que se incluye la exposición «Casino
des Moll. 80 anys d'Historia», un recorrido fotográfico y
documental por las ocho décadas de existencia de esta asociación
que en estos momentos preside Neus Planells Molina, la primera y
hasta el momento única fémina que ha ocupado este cargo en la
entidad.
«En mi casa siempre se ha venido al Casino para reunirse con los
amigos. Y recuerdo desde pequeña este lugar como un punto de
encuentro sobre todo de la gente de la Marina», recuerda Neus
Planells, hija del dueño de Comestibles Planells, la tienda del
barrio que fue la primera en importar fruta de fuera. «El Casino
des Moll nació de la fusión de dos círculos culturales: el Círculo
X, que tenía su sede delante de lo que hoy es el Mar y Sol, y el
Círculo Artístico, que ocupaba el primer piso del edificio en el
que hoy está el Mango Outlet, al lado de Can Pou», especifica Neus
Planells durante la entrevista en la que hace un pequeño recorrido
por la historia que comenzó a rodar en 1923.
«Por lo que a mí me han contado, además de este casino, en la
época estaban el Club Náutico, al que iban principalmente los
pescadores y marineros, y Ebusus, un lugar cerrado únicamente a la
aristocracia y clases pudientes de la isla. Aquí coincidían sobre
todo los comerciantes, industriales y militares de la ciudad»,
detalla Neus, que explicó que los piques entre sociedades
culturales fueron una constante durante décadas.Vicente Félix
Torres, socio honorífico de esta entidad y veterano de Grupo
Filatélico que ha perdido la cuenta de los años que lleva
frecuentando el Casino des Moll, recuerda que el edificio situado
enfrente de lo que hoy es la terminal de pasajeros de las líneas
marítimas con la península albergó también el centro distribuidor
de gasoil durante la Guerra Civil y la sala de espera de la
estación marítima. «Recuerdo que aquí venían muchas señoritas de la
Falange a bailar con los militares porque no querían saber nada de
los jóvenes ibicencos», sonríe irónico Vicente al recordar el éxito
de bailes como el de la Uva de final de año, o el de las fiestas de
Agosto o Carnaval que se trasladaba al Serra debido a la gran
afluencia de público.
En cuanto a los cambios físicos del edificio, el más importante
fue su ampliación en un piso de altura durante el año 76. «Había
muchas goteras y el edificio estaba mal, así que hicimos unas obras
de reforma que se costearon entregando el piso nuevo a la
constructora que se encargó de las obras», explicó Neus, que
comenta que en estos momentos el bajo, que está en régimen de
alquiler y que es lo que les permite subsistir, también está de
reformas. «Esto no tiene precio. Además, aunque quisiéramos, no lo
podríamos vender porque los estatutos lo prohiben ya que los fondos
se destinarían a una entidad benéfica», explica la presidenta.
Eva Estévez
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