El cierre al tráfico rodado y marítimo de la Marina, que comenzó ayer y que se prolongará hasta mañana por las obras de pluviales en la avenida de Santa Eulària, resultó ser un ensayo general de lo que pasaría si el tráfico de pasajeros y carga rodada pasasen al dique de Botafoc. Pasajeros, coches y camiones tuvieron que utilizar ayer el dique y lo que prometía ser un desbarajuste resultó ser mucho menos traumático de lo esperado.

«Si hubiésemos tenido que venir a pie desde el centro sería otro cantar», comentaba uno de los pasajeros del «Manuel Azaña» de Baleària, que atracó a las 13,45 horas en el dique. El hecho de que el Consell Insular pusiese en funcionamiento un autobús de una treintena de plazas para trasladar de manera gratuita a los pasajeros desde la Estación Marítima al dique dio buenos resultados y redujo las posibles quejas. El conductor del autobús comentaba, en un descanso entre viaje y viaje, que no había escuchado quejas. La única incidencia es que algunos pasajeros rezagados le obligaron a realizar más idas y vueltas de las esperadas. «¿Ha traído usted la valija?» -le preguntó una azafata del Manuel Azaña al conductor. «¿Qué valija me dice usted? Que yo soy del Consell y no me han dicho nada» -respondió. Pequeños desajustes del ensayo general .

Otra consecuencia del cambio de ubicación fue que varios camiones, que no estaban al tanto del cambio, tuvieron que dirigirse al dique a toda prisa desde la Marina. El carril rodado del vial del dique parecía una suerte de circuito de fórmula uno versión camioneta. Embarcaron por los pelos.