La excavación se realiza en un hipogeo púnico en el que encuentran dos esqueletos y el ajuar. Fotos: V.F.

Ellos ya saben que un arqueólogo no es como Indiana Jones, eso no hace falta que se lo digamos», comenta Elena Jiménez, restauradora del Museu Arqueològic d'Eivissa y Formentera y una de las responsables de las excavaciones simuladas que desde ayer se están realizando con escolares.
Unos 250 niños de entre cinco y 16 años pasarán por la Necròpolis de Puig des Molins gracias a esta actividad que coincide con la celebración de la Semana de la Ciencia a nivel nacional y que aprovecha la denominación de la Necròpolis como Patrimonio de la Humanidad para mostrar a los estudiantes el trabajo y el esfuerzo que se esconde detrás de las vitrinas que se ven en este museo.

Respuestas de CSI
Los grupos se reparten y mientras unos se dirigen al hipogeo para aprender qué se hace cuando se descubren restos arqueológicos, los demás se ponen a las órdenes de Elena Jiménez para aprender los pasos que hay que seguir al restaurar esos hallazgos.

Como era de esperar los esqueletos que aparecen en las tumbas, semienterrados bajo la arena, es lo que más llama la atención de los jóvenes arqueólogos. «Lo primero que preguntan es si son de verdad y si son de mujer o de hombre», explica Santiago Marí, coordinador del Gabinete de Didáctica, quien aprovecha esas previsibles preguntas para mostrarles cómo, por la forma del cráneo, se puede conocer el sexo del esqueleto.
Por su parte, la restauradora les explica que no se puede utilizar jabón convencional para limpiar la cerámica y que los huesos no se pueden tocar. «Para que lo entiendan les digo que recuerden qué hacen los protagonistas de la serie CSI, que no tocan los huesos para no contaminarlos», afirma. Y funciona.

Los fragmentos de lucernas, platos o cuencos que se están utilizando son falsos, pero se han escogido copias de restos de la época púnica o romana para que los estudiantes vean las diferencias. Lo que sí es de verdad son los restos de huevos de avestruz. «Les sorprende que entonces hubiese avestruces en Eivissa, pero les explico que era un artículo de lujo que se hacían traer desde el norte de Àfrica para usarlos como recipientes». El tiempo ha sido insuficiente para todo lo que se podría explicar, pero al menos este acercamiento sirve para «despertar su interés». Sara Yturriaga