Las actividades que estos jóvenes de entre 19 y 30 años realizan
se llevan a cabo desde las 9 de la mañana hasta las dos del medio
día y tienen como objetivo limpiar un antiguo camino que une Sant
Vicent de sa Cala y Sant Joan, terminar un horno de cal y construir
colmenas tradicionales. Esta última actividad creen que no les dará
tiempo de realizarla.
Al parecer, en la recuperación del antiguo camino, los chicos
deben quitar todas las ramas, suciedad y podar los troncos que
impiden el paso. Para ello utilizan picos, hachas y palas: «El
primer día tuvimos un buen ritmo, hicimos casi un kilómetro, pero
ayer ya no talamos tanto trozo», comenta Annette Saur, una joven
alemana que vive en Palma de Mallorca, «el problema es que no
estamos acostumbrados y las herramientas pesan mucho», comenta
riendo.
Otra actividad prevista es la construcción de un horno de cal:
«En invierno vienen niños de las escuelas para enseñarles la vida
de payés y necesitan el horno para cocer el pan», asegura Lorena
Horcajada, de 21 años y que viene de Barcelona.
Ayer por la mañana, Lorena, Annette y José Ignacio no bajaron a
talar el camino porque les «tocó» quedarse en la casa. Según
explicaron los tres voluntarios, a quienes les toca el turno de no
salir a la actividad deben preparar todas las comidas: «Es bastante
duro porque además de las cinco comidas, debemos limpiar los
cuartos de baño, fregar todo el suelo, cocinar y limpiar los
platos». Lorena comentaba que los que trabajan, hay días, que están
hasta la una fregando.
Los jóvenes están muy contentos de poder estar allí, pero todos
coinciden en lo mismo. Se sienten encerrados en la casa porque no
tienen ningún vehículo grande a su disposición con el que puedan
trasladarse y conocer Eivissa: «Es una pena porque con todas las
playas que hay para conocer y las cosas que tiene la isla, nos
tenemos que quedar aquí porque no nos han prestado ningún autobús»,
comentaban José Ignacio y Lorena.
Por las tardes, los 22 jóvenes hacen talleres, pero estas
actividades se pueden cambiar por alternativas que los jóvenes
proponen libremente. Está planeado que este sábado vayan a
Formentera y durante su estancia en la isla, también quieren hacer
una excursión a es Vedrà y un bautismo de mar.
Los chicos aseguran que además de trabajar, se lo pasan muy bien
y no dudan de que se trata de una experiencia que hay que repetir.
Este es el caso de José Ignacio, un joven de 30 años que ha
participado en seis campos: «Todavía mantengo el contacto con gente
que conocí el primer año cuando tenía 21. Aquí se hacen buenas
amistades. He ido hasta a la boda de personas que he conocido en
los campos», asegura.
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