Es muy posible que las altas temperaturas y el agotador camino en pendiente que conduce a la Catedral disuadieran a muchos de participar ayer por la mañana en el programa de actos festivos preparado por el Consell. El caso es que, a parte de autoridades y turistas curiosos, se notó un descenso de asistencia con respecto a años anteriores. Pero, sin duda, las ausencias más llamativas fueron las de miembros del Govern. El único representante del ejecutivo balear que asistió a los actos fue el conseller ibicenco José Juan Cardona, que no perdió el sentido del humor al ser interrogado por los periodistas sobre su opinión personal ante «la exigua representación del Govern». «Hasta ahora pensaba que era un representante digno pero si ahora se me considera exiguo tendré que intentar crecer», respondió Cardona, que fue con la broma todavía más allá al añadir «cuando venía el anterior conseller ibicenco como era más alto y tenía algunas cosas más grandes que yo, quizás por eso se le consideraba más importante». El caso es que ni el representante balear ni Pere Palau supieron justificar con argumentos de peso que el presidente del Govern, Jaume Matas, estuviera el día anterior por la noche en Eivissa «de vacaciones» y, sin embargo, no se hubiera acercado en una fecha tan señalada para hacer acto de presencia en la celebración.

El calor, otra de las notas dominantes de la jornada, no entiende ni de condición ni de colores políticos, así que ayer se ensañó por igual con miembros del PP y del Pacte y, por supuesto, con el resto de los mortales. El sistema más recurrido para luchar contra sus rigores fue, sin duda, el abanico, que hizo furor entre hombres y mujeres de la política pitiusa durante la celebración de la Misa solemne oficiada por el obispo Agustín Cortés en la Catedral. A pesar del calor, el blanco no triunfó entre las autoridades que prefirieron lo colores oscuros, en el caso de los caballeros, y los tonos vivos entre las damas. La única que se atrevió con un sombrero fue la delegada del Gobierno, Marienna Sánchez-Jáuregui (por cierto, muy parecido al del año pasado). Una vez en el templo, se sentaron en primera fila, por una lado, el presidente del Consell, Pere Palau, el senador y conseller, Enrique Fajarnés, y el resto de componentes del equipo de gobierno de la institución, excepto Joan Marí Tur, que como jefe de la oposición del Ayuntamiento de Eivissa se sentó al otro lado junto al alcalde Xico Tarrés, compartiendo banco también con José Juan Cardona, la adjunta primera al Defensor del Pueblo, MªLuisa Cava de Llano, y Sánchez-Jaúregui. En segundo puesto se colocaron todos los representantes del Pacte del Consell, con Pilar Costa a la cabeza. Uno de los momentos que despertó más curiosidad entre los asistentes, fue el pequeño concierto que ofreció al órgano Joan Marí Tur, que dio el aviso a uno de los medios gráficos para que inmortalizara el momento.

Tras terminar la Misa solemne, los presentes bajaron en procesión para detenerse frente a la capilla de Sant Ciriac hasta llegar a la plaza del Ayuntamiento. Allí estaban ya varios integrantes de Esquerra Republicana de Catalunya que protagonizaron uno de los episodios más negativos de la jornada al 'boicotear' el acto de homenaje de las instituciones a Guillem de Montgrí con insultos y lanzamiento de monedas contra los políticos. Fue precisamente el momento en el que Palau leía el discurso oficial cuando se pudieron oír insultos como «hipócrita» y «vendido» y algunos de los jóvenes presumiblemente de este partido se atrevieron a arrojar céntimos de euro en dirección a las autoridades. Algunas de las monedas llegaron a rozar a la concejala Lourdes Costa y a Toni Arabí. La situación creó cierto revuelo y algunos se preguntaron donde estaba la Policía Local para que actuase contra los protagonistas de tales acciones. A pesar de todo, ERC tuvo la oportunidad posteriormente de hacer uso de la megafonía que le había cedido el Consell para realizar su particular homenaje reivindicativo. Aunque los políticos no dudaron en lamentar el poco respeto que el partido nacionalista había demostrado a los principios democráticos, la cosa se quedó en mera anécdota cuando se anunció que se podía acceder al claustro del Consistorio para disfrutar del aperitivo ofrecido por el Consell, a juzgar de muchos, más completo que el de ediciones anteriores.