Margarita Colomé irradia felicidad y energía. Es una mujer fuerte y vital que disfruta dando lo mejor de sí misma a los demás.
FOTO: N. CÁRDENAS

Argentina de nacimiento, Margarita Colomé vino a España hace quince años. Sus abuelos y su padre eran catalanes que se exiliaron a Argentina. Estuvo en Eivissa con su marido de vacaciones y ambos se enamoraron de la isla, del Mediterráneo y de sus gentes. En ese momento decidieron quedarse aquí a vivir. «Qué hermosura de sitio. Yo me sentía cómo en casa», recuerda Margarita, «los dos volvimos a nacer en la isla».
Margarita Colomé lleva toda la vida bailando. Ha estudiado baile moderno, clásico, español... pero también aerobic y gimnasia.
Ya hace catorce años que trabaja en la isla. En estos momentos es profesora de gimnasia de la tercera edad, una labor que «es fundamental y no tiene precio». Todos los días espera risueña y feliz a sus alumnos de Eivissa y Sant Antoni, porque como ella dice «yo les enseño muchas cosas, pero ellos a mi me dan muchísimo también». La preocupación de Margarita surge fundamentalmente de la soledad de los mayores, «soledad interna, de su familia, de sus amigos y de Dios». Durante estos últimos años, se ha volcado en la tercera edad para intentar ofrecerles una vida nueva. «He extraído de cada disciplina lo mejor y he hecho mi propio método de gimnasia», afirma risueña. La labor que desempeña como profesora no se limita sólo a mejorar el cuerpo y la salud, sino también la mente. Para ella es fundamental que sus alumnos, se sientan bien con ellos mismos y se liberen de sus preocupaciones. Muchas de las mujeres que van a sus clases son viudas y han encontrado de nuevo la ilusión gracias a este tipo de actividades que realiza el Imserso. «En el corazón de cada una tiene la ilusión de hacer aquello que no tuvieron ocasión de hacer antes cuando eran más jóvenes», comenta Margarita. Para ella es muy importante que la gente mayor salga de casa, que se sociabilicen, que compartan su vida con los demás. En las clases, Margarita intenta que vuelvan a recuperar elasticidad, que controlen mejor sus capacidades motoras y que se superen a si mismos.
Margarita es feliz enseñando a los demás. Disfruta de las pequeñas cosas de la vida, apreciando en cada momento hasta el más mínimo detalle. Ella es todo corazón, un corazón que contagia la vida y la alegría por dónde pasa. Una mujer a la que sin duda merece la pena conocer.
S. M. Debelius