TORRES BLASCO/J. M.
El esfuerzo es inútil y el objetivo imposible: harían falta nueve parlamentos como el de Balears para poder acoger a todos los candidatos y candidatas que optan a un escaño en las próximas elecciones autonómicas. La Cámara balear está formada por 59 escaños (33 se eligen por Mallorca, 13 por Menorca y otros 13 por las Pitiüses, uno de estos últimos por Formentera) y se han presentado 30 candidaturas que suman 554 aspirantes. 330 por Mallorca, 117 por Menorca, 104 por Eivissa y tres por Formentera. La suerte está echada desde antes de comenzar la carrera electoral: sólo 59 personas verán compensados sus esfuerzos, muchas de ellas ni siquiera llegarán a intervenir en la campaña y -salvo sorpresas de última hora- la amalgama de siglas de pequeños partidos que compiten por un escaño se difuminarán la misma noche electoral.

En Balears -por su peculiar organización política, que tiene como centro a los consells de cada isla- se celebran, en realidad, tres elecciones para otras tantas instituciones insulares. Todo el mundo sabe en Menorca y en el conjunto que forman Eivissa y Formentera que a la hora de ejercer el derecho al voto se está decidiendo la composición de los consells. En Mallorca, la mayoría de los cabezas de lista, optan a presidir el Govern balear y casi ningún partido (salvo UM) suele decir durante la campaña quien presidirá la institución insular de Mallorca.

En estos momentos, el PP tiene 28 escaños en el Parlament balear y la mayoría absoluta (la mitad más uno) se sitúa en 30. Puede ocurrir, ya sucedió en la anterior convocatoria, que aunque un partido sea el partido más votado, el resto de grupos se alíe y se haga con el Govern. Fue de esta manera consiguió el socialista Francesc Antich la presidencia balear en los comicios del 99. Entonces, gracias a un acuerdo con Unió Mallorquina (UM), que se llevó la presidencia del Consell de Mallorca a pesar de contar con tan sólo tres diputados regionales (que a su vez son consellers), a pesar de que en las elecciones anteriores había sido socio del Partido Popular, el que hasta entonces había retenido en sus manos la presidencia del Ejecutivo autónomo. En Eivissa y Formentera se produjo también una situación igual de histórica: el Pacte Progressista, o sea la izquierda, asumía el gobierno insular gracias a la coalición de cinco partidos (PSOE, Els Verds, Esquerra Unida, Esquerra Republicana de Catalunya y Entesa Nacionalista i Ecologista) y sumar al empate virtual en la isla de Eivissa (seis diputados para Pacte y PP) el diputado de Formentera. El experimento, sin embargo, ha quedó frustrado como tal tras vivirse en su seno tensiones y bloqueos que provocaron la retirada de la delegación del área de medio ambiente de manos del conseller de Els Verds, Joan Buades, que a partir de ese momento pasó a formar parte de la oposición, provocando enormes problemas a sus ex compañeros, por ejemplo, a la hora de sacar adelante los presupuestos de la institución y causando serios reveses en muchos otros proyectos. Así, la presidenta tuvo que someterse a una moción de confianza, que perdió, para poder aprobar las cuentas de 2002, en una pirueta legal inédita hasta el momento en Balears que desgastó enormemente su imagen. Precisamente, igual que ocurrió hace cuatro años, Formentera volverá a ser quien desempate en caso de que se repita la tendencia de voto, lo que tradicionalmente suele suceder.