El buen tiempo del Jueves y Viernes Santo animó a centenares de ibicencos a estrenar el dique. Una nueva zona de paseo, bicicleta, footing e incluso pesca, que recibe el aprobado de un alto tanto por ciento de los primeros paseantes, aunque también los hay que comentaban que «se ha perdido por completo el encanto de la zona». Por la novedad o por el hecho de que Eivissa anda escasa zonas de paseos, el dique se ha convertido en la mayor atracción de esta Semana Santa.

Quien haya paseado por el vial habrá comprobado que se puede encontrar a compañeros de trabajo, vecinos de escalera, familiares e incluso alguna que otra cara conocida. El ex presidente del Consell, Marí Calbet, lucía tono de piel envidiable durante su paseo inaugural el pasado jueves.

Los viandantes convirtieron los pormenores de su primer paseo en principal motivo de conversación durante el trayecto. 1.200 metros de caminata que, en ida y vuelta, son más de dos kilómetros y medio. La cañita o el refresco a la vuelta son casi imprescindibles. «Pues yo creo que los bares de Marina Botafoch van a ganar mucho con el dique», apostillaba uno de los sedientos a final de recorrido. Donde hay disparidad de opiniones es sobre el impacto que causa el muelle sobre las casas de la zona, que antes estaban más cerca del mar. Unos dicen que han ganado porque la zona está «más arreglada» otros, que han perdido, porque la zona ya no está al natural sino «domesticada» y «aburguesada».

Sobre el aspecto del vial, son muchos los que se han sorprendido de que no ofrezca un paisaje de puro cemento. El color tierra del embaldosado y del carril bici, unido a las zonas de vegetación, todavía incipiente, y al parque infantil han contribuido a humanizar el vial, a juicio de los paseantes de estreno.