Las protestas de los empresarios de Marina Botafoch, a los que la obra ha dejado sin carril de entrada por la parte trasera, donde se han eliminado también varios aparcamientos, han sido la última queja contra la obra. No es la primera vez que esta zona se alza contra el proyecto, o, al menos, contra la forma de ejecutarla. El polvo y el ruido que provocaron el paso de camiones y las máquinas que trabajaron día y noche también supusieron protestas, no sólo de los empresarios sino también de los vecinos. La Autoritat Portuària intentó minimizar las molestias y ahora les ha pedido paciencia, convencida de que una vez que sea zona de paseo obligado se animará aun más si cabe y «ganará puntos».

Las últimas protestas de los ecologistas (Els Verds) se centraron en que Repsol iba transportar bombonas y camiones cisterna desde el dique, en vez de utilizar las tuberías de descarga directa desde el muelle como harán Gesa y CLH. Francesc Triay, presidente de la Autoritat Portuària, afirma que no se va perder ni un ápice de seguridad. Considera que es mejor el sistema de las bombonas que no que entre en el puerto un buque cargado de gas a granel.

Mediante trípticos y una página web específica sobre el dique de Botafoc, la Autoritat Portuària ha intentado acercar la obra al ciudadano. Lo cierto es que a estas alturas muchos ibicencos le están buscando la cara amable como pasear al perro, ir a correr, dar una vuelta y tomar el sol. Otros, sin embargo, no puede dejar de recordar la platja d'es Duros y en el aspecto más natural y auténtico de una zona ahora irreconocible.

A la espera del siguiente paso: una profunda reordenación de los usos portuarios e incluso el uso de una parte de Ibiza Nueva, ya se ha anunciado la instalación de una estación marítima provisional en el muelle comercial.