LAURA FERRER ARAMBARRI

El ruido de un mortero y el del paso de camiones hacía difícil atender ayer las quejas de los empresarios de Marina Botafoch, que consideran que las últimas obras del dique de Botafoch que se están realizando en la zona han colmado su paciencia.

Los empresarios del Sidney, Il Giardinetto, Sunsail y muchos otros negocios que se agrupan en esta zona turística se mostraban ayer «hartos» de que se les haya dejado al margen, como simples testigos mudos, de lo que para ellos está siendo una «reconversión total» de la zona.

Sin ánimo de crear una polémica fuera de tono, la comunidad de locales comerciales y viviendas del puerto deportivo manifestaron su malestar por la «falta de información» que ha caracterizado el transcurso de las obras. «De un día para otro», dicen, se han encontrado «con cambios sustanciales y sorprendentes». El peor ha sido el hecho de que el vial de peatones y de bicicletas del dique, que se conecta con el paseo marítimo Juan Carlos I, ha eliminado la carretera de doble vía por la que pasaban tanto los vehículos de las personas que disfrutan de los servicios de la zona como los camiones de suministro y otros servicios. Lo único que les ha quedado, afirman, «es una calle sin salida ni maniobrabilidad».

«La ocupación que ha supuesto para los concesionarios estas obras no han sido debidamente notificada», afirmaba ayer el abogado de la comunidad, que añadía que «una cosa es dar facilidades para la prolongación del paseo marítimo, algo que aparecía en el contrato de concesión, y otra es que priven de unos y de unos metros de concesiones».

Los vecinos consideran que han pagado por unas concesiones que, tras las obras, «no son las mismas ya que parte de ellas han sido ocupadas por la obra del dique».

Están dispuestos, dicen, a emprender la vía judicial si es necesario porque, aunque no buscan la compensación económica, creen que lo mínimo es exigir algún tipo de justicia, que se reconozca que se ha cometido un abuso.