El colectivo del transporte de Formentera muestra, desde hace tiempo, su preocupación, por los demoledores efectos de las bandas reductoras de velocidad en sus vehículos que se resienten del continuo paso por ellas. Si la colocación de estos elementos en las principales vías de la isla suscitó comentarios y opiniones adversas entre la población, son «quienes estamos todos los días en la carretera los que más notamos los problemas mecánicos que estas bandas ocasionan sobre los vehículos», afirma un taxista.

Los problemas se centran principalmente en la parte delantera de los coches ya que al ser de motor y tracción delantera en su mayoría, el peso del frontal y por el hecho de ser la parte que más recibe el impacto, está ocasionando serios problemas en las suspensiones de los vehículos. Trapecios, amortiguadores y todo el sistema de suspensión en general, amén de la dirección, los equipos musicales y las conexiones eléctricas, sufren constantemente el paso por estas bandas y, al mismo tiempo, varios taxistas han visto como los anclajes del motor también se han roto o deteriorado de tal manera que han tenido que pasar por el taller enfrentándose a costosas reparaciones. Tanto el sector del taxi como el del servicio de autobuses se están planteando presentar una queja formal escrita en el Consistorio con la finalidad de eliminar las bandas sonoras.

Las críticas a las bandas sonoras situadas en la PM-820 se centran, además de en su dureza y a la vez, inutilidad en cuanto a su función, en dos aspectos importantes, la nula señalización de las mismas y la ubicación que, según los profesionales, no es la más adecuada ya que algunas de ellas están demasiado lejos de la entrada de un núcleo urbano, caso de Sant Ferran procedente de Sant Francesc, y los vehículos vuelven a acelerar tras superarlas.Quienes también se quejan son los vecinos que habitan en casas cercanas a las bandas sonoras por el ruido considerable que provocan.