20/03/03 0:00
Oficialmente la primavera no entrará en el calendario hasta mañana, pero en Sant Josep, localidad que ayer celebraba la festividad de su patrón, se respiraba ya ese ambiente que trae consigo la nueva estación. A media mañana la gente abarrotaba las terrazas que rodean la plaza de la iglesia y los abrigos, prenda indispensable hasta hace muy pocos días, se habían quedado en los armarios. El poder de congregación de esta cita popular se confirmaba cuando los últimos en llegar intentaban aparcar. Algunos conductores optaban por dejar su vehículo prácticamente en mitad del campo.
Cuando la procesión terminó su periplo, las bandejas de orelletes y el vino payés servido en una botella de Larios hicieron su aparición. A esa hora, en el interior de la iglesia tan solo quedaban los integrantes del Grup Folklòric de Sant Josep; de ellos, varios chicos aprovechaban esos minutos previos a su actuación para calentar y estirar los músculos. Cerca de ellos descansaban ya, hasta el año que viene, las figuras religiosas y las mujeres que habían cargado con los santos charlaban entre ellas. «Es que las mujeres somos más colaboradoras», comentaba una de ellas refieriéndose a la coincidencia de que este año sólo cuatro hombres han participado en la procesión cargando las representaciones. Las aceras estaban ocupadas por cientos de personas, pero también por personas que recogían firmas para conseguir que se instalen radares en las carreteras que limiten la velocidad, o por comerciantes que aprovecharon para instalar un puesto. Entre ellos estaban tres estudiantes del instituto Algarb, Juanjo, Jason y Joan, que vendían recetas caseras para financiar su viaje de estudios a Roma, hacia donde partirán el próximo 27 de marzo. Por la noche, una exhibición de kung-fu alternativo y actuaciones como la de la Fundació Tony Manero, dieron paso a los fuegos artificiales. Sara Yturriaga
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