La Demarcación de Costas llevó ayer a cabo la demolición del
antiguo embarcadero de Cala Molí, en Sant Josep, donde en verano
atracan las golondrinas cargadas de turistas procedentes de Sant
Antoni.
El restaurante Cala Molí, situado en la playa y que es quien
explotaba el embarcadero, trató ayer hasta el último momento de
evitar la demolición. La Guardia Civil detuvo el derribo durante
más de una hora hasta que comprobó que realmente la obra contaba
con la preceptiva autorización.
El pantalán, que invade el dominio público martítimo-terrestre,
según explicó ayer a este periódico la Demarcación de Costas, se
construyó en su día (al menos tiene 20 años) sin autorización. La
administración presentará una factura al infractor con el coste de
la demolición.
Un representante del Restaurante Cala Molí aseguró ayer a este
periódico que nadie les había avisado de que se iba a echar abajo
la estructura de cemento. Al ver llegar a la playa la máquina
excavadora de Excavaciones y Derribos sa Carroca, éste llamó a la
Guardia Civil para impedir el derribo.
La patrulla de Sant Antoni acudió a la playa y detuvo la
excavadora hasta que comprobó que realmente la Demarcación de
Costas era quien había contratado a la empresa de derribos para
echar abajo el embarcadero.
La delegación de la Demarcación de Costas en Eivissa no sabía
nada de la demolición, al igual que el vigilante de Costas, que en
su recorrido de inspección diario se encontró con la excavadora en
plena faena. Los agentes de la Guardia Civil abandonaron la playa
al constatar que el derribo disponía de la autorización de la
administración.
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