Esta comparsa de alegres cabareteras e intrépidos vaqueros levantó gran expectación.

La gran rúa de Carnaval que ayer se celebró en Eivissa demostró que la realidad, por muy cruda que sea, se puede ver con otros ojos. El buen humor y la ironía brillaron en prácticamente las 39 carrozas que ayer desfilaron por las calles de Eivissa, y aunque el desastre del Prestige en Galicia y la posible guerra contra Irak serán posiblemente los temas que más se comentarán en el día de hoy, fueron otros muchos los mundos imaginarios que se crearon los participantes de la rúa. Todos esperaban ver aparecer las caretas de Aznar y de Bush y no tardaron en responder a las llamadas. La primera referencia a la actualidad la hicieron la Asociación de Vecinos de Platja d'en Bossa con su carroza de ángeles y demonios y un lema: «Si demonios y ángeles pueden estar juntos unidos en paz, ¿por qué las naciones no?». Tras ese primer toque de conciencia las caricaturas de José María Aznar y George Bush aparecieron en escena bañadas por el hedor del chapapote, ya que un «Nunca Mais» recordaba a los espectadores que la lucha no era contra un solo frente.
La 'batucada' del Ayuntamiento, con su grupo de 'capoeira', fue la encargada de abrir la rúa con una buena dosis de ritmo. Junto a ellos capitaneaba la comitiva la concejala de Festes, Sandra Mayans, vestida como una auténtica bailarina de charlestón e intentando combatir el frío con un paso rápido. También la oposición se dejó ver, porque Carmen Domínguez, del Partido Popular de Eivissa, participaba en una de las comparsas. Y de la realidad de la política local a la ficción de la misma. Una pareja inscrita a última hora decidió parodiar las tensas relaciones que habitualmente existen entre Joan Buades, de Els Verds y Pere Palau, del Partido Popular. Con unas caretas y unas vestimentas realmente conseguidas, pasearon de la mano con un cartel que anunciaba que serían «Amigos para siempre». No fue esa la única referencia a Buades quien, si presenció la rúa, tuvo que ver cómo jugaban con su nombre en una carroza de 'fantasmas'.
Mientras la comitiva atravesaba las calles la gente se agolpaba en las aceras y los más impacientes se encaramaban a los coches, las ventanas del colegio de Sa Graduada e incluso a algún contenedor para conseguir una buena fotografía. Entre tanta algarabía la Policía Local y Protección Civil mantenían el control, aunque poco podían hacer frente a un competidor, disfrazado como las fuerzas de seguridad, que cuando ellos pasaban se dedicaba a indicar a la gente que se apartara de
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