Un grupo de marroquíes conversa en un bar de ses Figueretes. Foto: KIKE TABERNER

Las dificultades para obtener una vivienda es otro de los problemas de los colombianos. Jeanette Zamora, representante del mismo, ha vivido estos problemas: «Mi casera me subió el alquiler porque mi hermana se fue a vivir conmigo», recuerda.

En Cáritas también han comprobado que muchos inmigrantes, sobre todo ecuatorianos, se han ido a la península «pero con la idea de volver en verano, saben que se trabaja en temporada en Eivissa y no se quedan con los brazos cruzados».

El colectivo marroquí es otro de los que están empezando a sufrir la escasez de trabajo en las Pitiüses. «No hay tanto trabajo porque no se dan licencias de construcción», asegura Mohamed, un marroquí que reside en Eivissa desde 1982 y en España desde 1973. Con permiso de trabajo y residencia, el problema de Mohamed no es la regularización, sino el de encontrar una ocupación laboral. Después de varios años trabajando en la isla y realizando distintas faenas, ahora se encuentra sin un empleo y cobrando el subsidio a la espera de una mejor situación. Un compatriota suyo, en similar situación, recuerda que hace pocas semanas dos mujeres se enzarzaron en una fuerte disputa cuando una de ellas trató de arrebatar el trabajo a la otra ofreciéndose por menos dinero. El asunto acabó en Comisaría y ninguna de las dos fue contratada. Éste caso refleja la precariedad en la que se encuentran estos colectivos, y para los que resulta más complicado adaptarse a las especiales circunstancias laborales de un lugar como Eivissa.