Hace apenas dos meses que Magdalena Torres tiene en su casa una terminal telefónica especial que le permite avisar a la Cruz Roja cada vez que se produce una emergencia. Magdalena, tiene 74 años y no había oído hablar de la teleasistencia doméstica hasta que su hija le inscribió como usuaria del servicio que presta las 24 horas del día la organización humanitaria. Ahora ya no puede prescindir de él, «no lo cambiaría ni por una finca» asegura.

La primera y única vez que tuvo que hacer uso de la teleasistencia fue a los pocos días de tener instalada la terminal. «Me caí de la cama de rodillas y del dolor apenas me podía mover», cuenta Magdalena. Tardó en reaccionar pero finalmente pulsó la alarma digital que llevaba en su muñeca, lo que le permitió ponerse en contacto con una teleoperadora de la central de Palma de la Cruz Roja que se encargó de avisar a los familiares y a la ambulancia de la organización humanitaria en Eivissa. En poco tiempo se presentaron allí para trasladarle al ambulatorio donde le diagnosticaron que se había hecho una esguince en una de las rodillas. Desde ese día Magdalena es cada vez más consciente de la utilidad de un servicio que no sólo le proporciona seguridad sino incluso compañía. Recuerda ,por ejemplo, como el día de sus cumpleaños el personal que presta el servicio de teleasistencia le llamó expresamente para felicitarle.

La mujer no se desprende ni para dormir de la alarma que lleva en su muñeca, una pulsera que le permite ponerse en contacto inmediatamente con la Cruz Roja ante cualquier percance, no sólo de tipo sanitario. Por ejemplo, en el caso de que se produjera un incendio, una inundación o un intruso entrara en su domicilio la organización humanitaria se encargaría de avisar de inmediato a los servicios especializados correspondientes.