Las fiestas de Carnaval son el momento apropiado para que la política y la fantasía se den la mano. Durante esos días a nadie le extrañará que personajes como José María Aznar, George Bush o Sadam Husein se mezclen en las calles de cualquier ciudad en un ambiente festivo y amistoso. Desde el próximo 27 de febrero y hasta el 5 de marzo, se desarrollarán en Eivissa estos tradicionales festejos en los que la costumbre indica que hay que disfrazarse, de lo que sea, pero intentando no ser reconocido. Grandes y pequeños olvidan en esas fechas su sentido del ridículo para disfrazarse de brujas, monstruos o princesas. En Eivissa las celebraciones comienzan con el llamado dijous llarder y alcanzarán el 1 de marzo el momento culminante con la Rúa de Carnaval, que desde hace varios años se celebra el sábado por la tarde en vez de los domingos por la mañana, en un intento de que la fiesta continúe por la noche. Finalmente, el 5 de marzo se clausurarán estas fiestas con en popular entierro de la sardina; y aunque las Pitiüses no sean Cádiz o Tenerife, figuras como la decarnestoltes, encargado de dar el pregón, han pasado a formar parte de la cultura popular.

Hay disfraces, como el de princesa, que se han convertido en clásicos modernos y año tras año copan las estanterías de las tiendas especializadas, pero hay otros que resurgen únicamente cuando así lo dictan las modas. Así ha ocurrido este año con Spiderman o con el tándem que forman Peter Pan y Campanilla, personajes que han resurgido gracias al estreno de la película protagonizada por el superhéroe y al musical que representan en los escenarios teatrales varios integrantes de la primera edición de Operación Triunfo. «En Navidad ya se nos habían acabado los disfraces de Spiderman», asegura Marisa, propietaria de la tienda La Cucaña. Muchos años de venta al público han dado a Marisa la clave para entender cuáles son las pautas que siguen los ibicencos a la hora de prepararse para la llegada del Carnaval: «Para los bebés siempre se venden muchos disfraces del mismo estilo, del Pato Donald, de tigre o de la ratita presumida, pero siempre muy abrigados; en cambio, los niños de diez años siempre optan por los personajes de terror», explica. Otra de las curiosidades de estas fiestas es que las niñas de seis o siete años piden a sus padres los disfraces con los que el año anterior vieron vestir a las adolescentes. «Si el año pasado se llevó mucho el de vaquera, ahora salen tallas pequeñas para las niñas». Por su parte, los adultos prefieren esperar hasta el último momento para hacer sus compras y acuden en grupo a la tienda. «Vienen, se prueban diferentes trajes y se ríen un rato», dice Marisa. Las caretas de los personajes del mundo de la política son también clásicos del Carnaval. Este año, George Bush, José María Aznar, Osama Bin Laden y Sadam Husein son los protagonistas indiscutibles. En definitiva, por un precio que oscila entre los nueve y los 90 euros, cualquiera puede animarse y jugar a ser otro durante unas horas.

Sara Yturriaga