Un viaje en avión desde Sevilla a Eivissa vía Barcelona se
convirtió en una odisea de 13 horas, entre esperas y traslados,
para una veintena de pasajeros con destino a las Pitiüses. «A las
siete de la tarde del viernes pasado tenía que salir el vuelo de
Sevilla a Barcelona pero sufrió un retraso de tres horas», relataba
a este periódico uno de los afectados. Sólo era el inicio de la
peripecia. La salida se produjo finalmente sobre las diez y, una
vez en Barcelona, los pasajeros se encontraron con que no podían
tomar la última conexión aérea entre la Ciudad Condal a
Eivissa.
El pasaje tuvo que recoger sus equipajes y volver a facturarlos
en un vuelo de la mañana de ayer. En el intervalo fueron traslados
a un hotel donde pasaron la noche. Vuelta al aeropuerto hasta que,
a las ocho de la mañana aproximadamente, llegaron a Eivissa.
Por si esta peripecia no fuese suficiente, una pareja de las
afectadas por el retraso sufrió un robo (una bolsa con una cámara
de valor, entre otros enseres) en el intervalo en el que volvieron
a facturar su equipaje en Barcelona.
Las peripecias navideñas por la falta de vuelos han sido una
constante y, entre ellas, una de las que más se repite es la
pérdida de equipaje, sobre todo si se trata de un vuelo con
conexión intermedia. La salida de maletas por la cinta se convierte
en un suplicio en Eivissa. A la duda de si saldrá o no saldrá la
maleta se suma el hecho de que en Eivissa la salida de maletas es
especialmente lenta.
A los problemas habituales se ha añadido el hecho de que los más
rezagados a la hora de facturar, e incluso de los que se presentan
a su hora, se han quedado sin asiento en el avión por overbooking.
A pesar de que se suelen recolocar en otros vuelos, la «broma» se
suele saldar con todo el día viajando por una indemnización
ridícula.
«Para la gente que vive en las islas viajar en avión no es un
lujo, es una necesidad», recuerda una viajera afectada «por
controles y más controles de certificado de residente». Las
compañías «no escatiman en pedirte el residente como si, de
principio, fueras un delincuente que quiere engañarles cuando se
trata de un descuento mucho más pequeño de lo que debería ser»,
remarca. A cambio de tanto control «no se reciben ni las
comodidades ni un servicio puntual y agradable», que es lo que
debería ser «para un servicio esencial», reitera la afectada.
Entre los viajeros consultados se dan casos de quejas del escaso
servicio de bar. La poca cantidad de viandas se ha vuelto menos
llevadera cuando el avión no ha podido tomar la trayectoria normal.
Hasta cuatro horas más de vuelo tuvo que soportar un afectado, «sin
nada que llevarte a la boca».
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