En Eivissa, por primera vez, los Reyes Magos desembarcaron con sus camellos. Foto: VICENÇ FENOLLOSA

En camello, este año han venido en camello!», gritaba ayer excitado a hombros de su padre un pequeño con ojos brillantes de emoción al ver cómo se aproximaban por la Avenida Santa Eulalia Melchor, Gaspar y Baltasar lentamente y con un suave y gracioso balanceo. Los tres Magos de Oriente este año eligieron como medio de transporte para llegar hasta la ciudad de Eivissa sus animales más fieles siguiendo una larga y agotadora ruta cuyo origen secreto se sitúa en algún lugar remoto y especial del lejano Oriente. Calmados, los tres altos bichos de más de dos metros de altura, esperaron pacientemente la hora señalada, las 18'30 de la tarde, para emprender el recorrido que les llevaría por el corazón de la ciudad. «Se han portado muy bien y han comido alfalfa, forrajes y algarroba y han bebido agua fresca», señalaba uno de los guías que acompañaba a los tres animales a lo largo del recorrido real.

La señal de partida, la explosión de varios fuegos artificiales que iluminaron la dársena portuaria de la ciudad, puso en marcha un desfile en el que participaron más de 370 personas, de las cuales más de 200 formaban parte de la animación del desfile.

El grupo de percusión uruguaya Lonjas de Ibiza junto a un grupo de malabaristas de Foc i Fum abría el desfile a ritmo de candombe desde la Avenida de Santa Eulàlia en dirección a Bartolomé Roselló, lugar en el que esperaban los respectivos séquitos de pajes y carrozas provocando una pequeña confusión entre el público que había seguido el itinerario de las carrozas desde el espigón del puerto de Eivissa con los tronos de las carrozas reales vacíos.
Fue en la confluencia de estas dos calles y tras traspasar una nube de misterio, cuando los tres Magos aparecieron ante el público a 2'50 metros de altura y con sus reales posaderas sobre la joroba de los camellos. Ante la atenta mirada de entusiasmados y gritones niños, niñas y mayores, Melchor, Gaspar y Baltasar pusieron pies en tierra ibicenca tras el largo viaje en camello y se subieron a las tres carrozas especiales que el Ayuntamiento de Eivissa les había preparado para la ocasión y sobre la que, contentos, se situaron para emprender un viaje de dos horas por las calles más céntricas de Eivissa: Bartolomé Roselló, la Isidoro Macabich, la Plaza de Enrique Fajarnés, calle País Valenciano, Avenida de España y Vara de Rey.

A lo largo del recorrido sus Majestades repartieron 2.000 kilos de caramelos de todos los sabores con un envoltorio especial con el logotipo del Ayuntamiento y saludaron sin parar a las miles de personas que se agolparon a lo largo de toda la ruta. Este año fueron muy comentadas las carrozas alusivas a los pasajes bíblicos deArca de Noé, la Huída a Egipto y eBelén, carrozas temáticas que precedían los tronos reales. Una simpática estrella viviente abría el desfile seguida de un Arca de Noé cargada de animales de todos los tamaños y con una banda sonora muy especial en la que resaltaban los sonidos de la selva. Con sonidos de danza del vientre se ambientaba la siguiente carroza, la de la Huída a Egipto, con un atractivo faraón que repartía los primeros puñados de caramelos moviendo al público de su quietud en busca de una porción dulce que llevarse al paladar. Cuatro generales romanos a caballo servían de enlace con el siguiente espisodio bíblico: eBelén, precedido de un grupo de israelitas, y presidido por San José y la Virgen María, que también lanzaron buenos puñados de caramelos a los niños.

El séquito de Melchor, vestidode rojo, seguía en el desfile con 30 pajes que marcaban el paso con una coreografía especial al ritmo de danzas orientales . «¡Hola Melchor!», gritaban los niños eufóricos por ver ya al primero de los Magos de los juguetes que cerraba su aparición con un gran camión cargado de paquetes de regalos. De amarillo y tonos dorados se presentaba Gaspar también acompañado de 30 pajes con una media luna en su sombrero y una ambientación musical exótica y más solemne que la anterior, y su camión de juguetes.

De verde apareció Baltasar, el Rey que más simpatías despertó entre el público, sobre todo entre los más pequeños ya que, a pesar de su gesto serio, logró meterse al público en el bolsillo gracias su bondad. Este Rey, que repartía grandes puñados de caramelos a dos manos, fue el monarca que más bocados dulces repartió entre la gente que siguió el desfile que manifestó su gratitud con aplausos. Los tres camellos y un trenecito cargado de paquetes sellaban el desfile con pajes de los tres Reyes que lanzaron 1.500 kilos de juguetines, pequeños juegos de plástico que sorprendieron a los más jóvenes que recibieron también de regalo unas vistosas y grandes manoplas de cartón, más de 12.000, distribuidas por los voluntarios entre los niños para que saludasen a sus ídolos.

La Cabalgata finalizó pasada hora y media en un Vara de Rey repleto de gente que se arremolinaba en el pasillo especial por el que sus Majestades se pasearon y saludaron a los niños y niñas antes de encontrarse con el alcalde de la ciudad, Xico Tarrés.

El acto protocolario, en el que no estuvieron presentes los tres camellos debido a su nerviosismo, fue breve. Xico Tarrés saludó a los tres Magos de Oriente en nombre de todos los ibicencos e ibicencas e hizo un llamamiento de «estima hacia nuestra ciudad para que esté en mejores condiciones» .

El Rey Gaspar, cansado por el viaje, fue el encargado de leer el mensaje real en nombre de Melchor y Baltasar. «Hemos leído todas las cartas y llevaremos a cabo todas las peticiones porque os habeis portado bien. Esta noche tendreis vuestra recompensa», dijo antes de pedir «paciencia, comprensión y solidaridad» para 2003. Después los Magos, escoltados por la Policía Local, se subieron en una furgoneta para repartartir los juguetes.