No es fácil llevar una vida normal cuando una persona tiene
deficiencias auditivas o su movilidad depende de una silla de
ruedas. Muchas personas han hecho frente al problema con la ayuda
de perros de asistencia. Almudena Valdés, adiestradora, y Agustín
González Soriano, adiestrador y usuario, participan hoy y mañana en
las VII y VIII Pruebas de Agility que se desarrollan en el campo de
fútbol de Santa Gertrudis para hacer una demostración de su trabajo
junto a Vodka, una hembra de labrador para la asistencia de
usuarios en silla de ruedas, y Tess, un mestizo de pointer que
asiste a personas sordas.
Ambos acuden desde Madrid donde desarrollan su labor en la
Fundación Bocalán, un centro volcado en el adiestramiento y
educación de perros de asistencia y ayuda oficial ya sea para
discapacitados en silla de ruedas, personas con deficiencias
auditivas, perros de terapia de ayuda a logopedas, reinserción de
presos o ayuda a personas mayores.
«Es mucho el trabajo que hacemos pero es algo que para la
mayoría de la sociedad pasa desapercibido. La gente y las
instituciones conocen y reconocen únicamente a los perros guía ya
que son los únicos autorizados a acceder a lugares públicos. Desde
Bocalán estamos recogiendo firmas para que las normativas cambien y
todos los perros de asistencia puedan entrar en los locales»,
afirma Almudena al resumir brevemente su labor en la Fundación.
Al hablar de razas esta adiestradora canina explica que en el
caso de personas con deficiencia auditiva no hay predilección por
ninguna raza: «Buscamos un perro sociable, con un alto nivel de
actividad para utilizarlo como aviso a su usuario, para que alerte
a su dueño de los distintos sonidos», explica. «En el caso de
personas en silla de ruedas somos un poco más exigentes y solemos
trabajar sobre todo con golden y labrador retrevier. Tienen gran
facilidad de aprendizaje, son muy sociables, tienen un instinto de
cobro (de recoger cosas) y talla», añade esta profesional.
Normalmente el tiempo de preparación y educación de un perro de
asistencia es, según explicaron ambos educadores, de seis meses y
se completa con la selección del usuario, proceso en el que se
tienen en cuenta muchos detalles: el perro, la personalidad del
usuario... «Se realizan entrevistas con psicólogos para estudiar el
carácter y cómo es esa persona, las capacidades y comportamientos
del perro y, en función de esto se entrega el can», comenta
Almudena.
Eva Estévez
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